jueves, 1 de julio de 2010

DEPORTE Y ESPIRITU

Hoy, todos vivimos por el fútbol que genera el mundial de sudafrica y las múltiples carátulas de las propagandas de televisión. Nada en contra de uno de los deportes más masivos del mundo. Se llenarían múltiples páginas de diarios con las grandes figuras que lo practican y de las cuales somos cada día más adeptos y los idolatramos por sobre nuestros valores personales.
El deporte bajo todas las normas, constituye una disciplina a la cual debemos someter mucho de nuestro tiempo y sacrificar gran parte del tiempo dedicado a nuestra familia en pos de la excelencia y del rendimiento. Es incuestionable el beneficio de la práctica del deporte en cualquiera de sus disciplinas. Pero más allá de los dividendos económicos y del reconocimiento público, los deportistas viven sus experiencias en un tiempo muy relativo y luego de olvido, si nos has sido por cierto, una estrella. Alabo todas las formas en que se exprese la capacidad del hombre en competencia sana y recreativa, solo por expresar la belleza del dominio de las habilidades del cuerpo y la capacidad de demostrar esa fortaleza mental, tan especial de los seres humanos.
Por mi parte, viví las jornadas del mundial entre los horarios del trabajo y mis ganas de irme a disfrutar del aire de la cordillera y del sentarme en las rocas frías mientras me sonríe el agua en su camino de porfía. Esta extraña competencia para algunos de mis cercanos, esta sutil practica deportiva, sin lidiar con nadie, reporta tantos o más beneficios que otros deportes más masivos. La naturaleza se encarga de brindarte experiencias valóricas muy significativas, pues tu gran desafío es ganarle a la naturaleza misma. La naturaleza impone sus reglas cada vez más inesperadas a las cuales debes respetar sin hacer triquiñuelas, por que siempre los oponentes son múltiples y leales. Las piedras, las hojas de las ramas caídas, el sol de medio día, el aire que inspiras y los cerros que te espían. Es diferente, ¿Sabes por que? No te enajena, no te desvincula, no separa ni te nubla. Es más, esta practica te acerca a lo más íntimo. Te permite ver lo que no veías, lo que no sentías, lo que no eras capaz de pensar siquiera. Como ser humano, es tu naturaleza acercarte a ella, nutrirte de ella vivir y morir por ella. Por eso cada vez que salgo, imagino que estoy en un amanecer de pájaros, que la vida se detiene maravillosamente y que ese sol resplandeciente, trata desesperadamente correr el velo del espacio que me rodea. Esa extraña sinfonía de la naturaleza se hace perfecta, mientras realizas tu deporte, la pesca.
Nada puede dejar una huella más trascendente que vivir dejando vivir, respetar el entorno del otro y ser a la vez quien tome el gozo de tanta maravilla, que no se resuelve con fórmulas de economía ni de política, que no tiene otro fin más que Ser y entender que somos parte de Un Todo, somos tan naturales como los demás elementos que nos rodean, sin tener que transformar lo hermoso y natural en algo práctico y sofisticado.
En esencia somos uno, naturaleza y humano. Entonces cada vez que puedo,vuelvo a estar en el momento y en el lugar adecuado cuando estoy pescando con mosca. Nada es más primitivo, que un cazador – recolector que se mezcla en su propia y omnipotente naturaleza. Toma lo que necesita y lo demás lo disfruta sin destruirlo. Nada nos reporta mayores beneficios que el equilibrio natural y nada es más valorable que la felicidad y la fortaleza espiritual.
Pero en mi fuero interno, muy oculto en el fondo de mi imaginación, está ese lugar perfecto que es posible lo encuentre cuando mi parte material le devuelva la vida prestada a la naturaleza y mi espíritu se dedique a pescar en cuanto río le parezca, maravillándose una y otra vez por siempre.