viernes, 31 de octubre de 2014

CIERTAS ACTITUDES NOS DESCONCIERTAN

Meditar a cerca de algunas actitudes de las personas, a veces nos lleva a indisponernos con ellos. Sin embargo, debemos tolerar, entender, congeniar y muchas veces justificar la razón de sus actitudes. También nos atrevemos a analizarlos objetos sin comprender la razón de su presencia, mucho menos su actitud frente a la naturaleza.




LA  ACTITUD DE LAS PIEDRAS


Las piedras del camino cuentan su experiencia
a los pastos silvestres que lloran el rocío
al despertar el día, junto al ave vagabunda
y del extranjero en su propia tierra.
Pues, el humano sin dejar huella
en su caminar sempiterno
nunca ha pensando en la dureza de la piedra.
Tan porfiada en su estructura,
en su cuna de agua,
en su caída meteórica
que hemos dispuesto milenios
para torcerle la figura.
Tan infinitamente numerosa,
tan enorme y tan pequeña
como las arenas de Cartagena
o como la granítica roca
en el Peñón de Iloca.
Como la piedra de Francisco
en plena Cordillera.
Misteriosas las piedras,
guardan secretos afables
en sus costras y en su piel eterna.
El hombre intentando comprender
lo que no se puede revelar
y en actos de violenta profanación,
interpreta secretos de pirámides,
sarcófagos, templos, ciudades ceremoniales,
objetos del sagrario y de cultos milenarios.
Las piedras del camino
cuentan su experiencia
a la superficie de la tierra.
Pero guardan sus secretos verdaderos
en la dureza de su actitud de centinela
para recordarte lo pasado.




jueves, 2 de octubre de 2014

LOS ARTISTAS ESCONDIDOS


En el correr de los días, de los meses y los años he tenido la fortuna de conocer  personas especiales encerradas en su virtudes y habilidades. Abogados, deportistas destacados, pintores, descendientes de políticos, ceramistas, escultores, personajes humildes, recolectores de basura y aseadores. Todos conforman un mosaico de colores que conforman un país, como alguien lo dijo, lleno de contrastes.
De las residencias visitadas he salido sorprendido, inquieto e ilusionado con las artes que se apegan en los muros de esas habitaciones, para no abandonar su familia, el artista. Cuadros de pintores reconocidos, platería antigua, muebles de exquisita madera y terminaciones, alfombras persas o francesas. Oleos, acuarelas, figuras en bronce, bibliotecas atiborradas, música clásica por montones. En todos estos espacios está la mano de una persona, un espíritu gravitante que te obliga a ordenar, disponer todos los objetos con una mirada diferente, con un poco de clase. En algunos casos, con cierto ángel. Con una mano guiada por el arte. Son artistas escondidos.

Un ganso rendido. No por su recorrido. Tampoco herido. Rendido sí, esperando la mano de la artista a que dé los últimos retoques, para que la cerámica recobre vida. El deseo despierta entre mis dedos toscos y censurados por tocar el cuerpo delicado del ave, me contengo, para que siga durmiendo y despierte solo, por la mano del artista.
Al retirarme a mis insensibles labores cotidianas, reconozco mis pecados e inconsciencia. He robado, he robado un poco de delicadeza, un poco de respeto, poco de tiempo, un poco de espíritu. Albergadas en secreto en mis ojos sorprendidos de esas bellas demostraciones del arte.






 COMO PÉTALOS EXTENDIDOS


Descubro que las actividades
que de mi cuerpo afloran,
lo cual es la expresión correcta,
son lirios abiertos en los campos de mi pueblo,
pues nacen los escritos como pétalos extendidos
de mi brazo en su aleteo
para vestir cada acontecimiento en palabras,
en expresiones que el papel trasmitirá
anunciando primaveras por venir.
De pronto descubro mi lapicera
camuflada en mi mano,
como si mi cuerpo fuera parte de ella.
Repleto mi tiempo de versos
en cada espacio que encuentro
sin sus líneas y sin sangrías.
Escribo hasta agotar su vientre de tinta
y como un dolor espantoso
recorro las estanterías para completar lo que pienso.
Descubro las experiencias de los elementos,
que aún dormidos en sus aposentos
dan vida a mi lapicera.

¿O será que ellos me cuentan sus secretos
para que yo este contento?

Descubro los cuerpos en su belleza natural
que con sus líneas difusas
adoptan formas extrañas de árbol,
rocas, montañas y cielo.
Descubro un mundo nuevo
que ya muchos vienen de allí,
impelidos por un sentimiento de limpieza
en la palabra, de belleza imaginaria.
Descubro mi dualidad en esta vida transitoria.
Mis dolores terrenales, mi complacencia
en las húmedas distancias de los robledales.
Mi negación a la verdad encarcelada
y mi libertad en la escritura de la palabra.
Mi naturaleza corpórea se bebe todo instante,
todo momento y mi alma se vuelve un ave
para completar textos en rima,
versos, críticas y protestas.
Nacen las palabras como ejercicio ancestral
de entre los barriales y los adobes artesanales
Mis manos enquistadas se suavizan.
en cada página que se completa.
Mis ojos en una absurda situación docente,
corrigen cada una de las letras
que escapadas de la lapicera,
se reúnen sabiéndose elementales y necesarias.
El resto de mi cuerpo no presta atención
al cansancio ni al trasnoche
y se queda a mi lado a veces mustio,
a veces electro y enérgico.
Solo un reproche de mi sangre
que se acelera entre mis venas y arterias,
me recita su paso lento,
su oscura y ocre viscosidad.
Pienso en ella,
como si fuera la tinta de mi lapicera.
Mi cuerpo un tintero.
Mi cuerpo, un cuento depositado en un librero.
Descubro por las actividades de mi cuerpo,
lo que quiero.