martes, 23 de abril de 2019

LAS DOS COLUMNAS DEL ESPIRITU CRISTIANO


              PERSONAJES SOBERBIOS


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Ricardo Ezzati. Cardenal. Arzobispo de la Iglesia católica
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Eduardo Duran. Pastor de la Iglesia Metodista Pentecostal de santiago
    

Como ungidos por el espíritu, se rodean de una seguridad y confianza que abruma. Alzan sus brazo al cielo como buscando una explicación a la conducta de los que los condenan. Su actitud pasiva da muestra de una paz interior que sobre coge y uno se pregunta ¿En qué estamos equivocados?

No recuerdo situaciones similares posteriores a los años setentas. Tal vez sea parte de mi ignorancia o quizás ciertas conductas eran menos frecuentes y mucho menos ventiladas por temor a la vergüenza o escarnio público. Tal vez mi conciencia, todavía repudia con toda el alma, la usurpación de la democracia y me declaren comunista o socialista postergado. Pero puedo asegurar que, paralelos de conducta humana, señores ante la masa pueblerina, autoridad social y comunitaria, representantes gubernamentales no tienen un paralelo con los mismos estratos que son modelos hoy día.

No quiero culpar a ese periodo sombrío de nuestra historia, la dictadura. Pero allí, se abrió la puerta a la corrupción, a los actos velados, a la usurpación de los terrenos o propiedades, la pérdida del patrimonio de la Patria o de bienes fiscales, la desviación de dineros con propósitos personales, la pérdida de evidencias de delitos económicos, la creación de empresas fantasmas, los subcontratos, la edificación de institutos y universidades por personeros de gobierno y/o empresarios inescrupulosos. La iglesia encubriendo actos ilícitos con sermones dominicales a sus propios autores.
Hay una lista larga de personajes soberbios en las altas esferas de la política, de la iglesia, de las fuerzas armadas, de los empresarios y de los comerciantes. Soberbia en su actitud de reto, de confrontación, de un cara a cara con la ley o la justicia. Sin desmerecer a nadie, en el presente mediático está el pastor de la iglesia pentecostal de Santiago, el señor Duran. Pero todos se caracterizan por sus declaraciones y la seguridad de que sus actos se ajustan a lo correcto, a derecho, permitido. Soberbia, pues aún sabedores de su delito, se afirman en su inocencia, porque no falta en la multitud, alguien que justifica, no le importa, compara o condena de forma simplista estos actos. Se grita, se marcha, se vocifera a los cuatro vientos pero no los escuchan, pues los otros, están esmerados en las mismas prácticas, referencia a los fiscales de la sexta región. Todos sacan provecho de los erarios públicos y sus condenas estriban solo en asimilar lecciones de ética, retiro espiritual, detención domiciliaria, meses o años de investigación que a largo plazo son una verdadera burla para la ciudadanía. Algunos siguen los acontecimientos, la gran mayoría termina por olvidar los dolores por los cuales lloró, en alguna oportunidad, amargamente. Nadie con un poco de conciencia podría justificar los actos cometidos por estas personalidades.

Como entregar mi espíritu y mi conciencia a quienes han manoseado el cáliz de la pureza infantil, a quienes se han llenado las arcas de sus bóvedas personales, a quienes han dado la espalda al mensajero de la luz, a quienes han hecho caso omiso al sacrificio del hijo de Dios, a quienes roban, mienten, violan desde el púlpito de la iglesia. La soberbia los puso a la altura de lo divino y no asimilan el dolor de los demás. De su rebaño.

Sin embargo, no tiene reflexión la actitud de los representantes de la iglesia católica, señor Ezzati y su homólogo de la iglesia pentecostal o evangélica, señor Duran. Estos señores con la misión de sosegar nuestro espíritu tan convulsionado, de velar por los más pobres, de mostrar y de demostrar con su ejemplo la senda correcta, el camino hacia la rectitud, el amor al prójimo, el dar al menesteroso hasta que duela, solo nos hacen empequeñecernos, débiles y menospreciarnos, reducirnos, apocarnos, llenarnos de desprecio y desamor, incapacitarnos para poder exclamar, aunque sea en un susurro apenas audible, ¡¡Perdónalos, porque no saben lo que hacen!!