SE PRIVILEGIARA LA CALIDAD DE VIDA POR
SOBRE LA CANTIDAD DE VIDAS PERDIDAS.
Por sobre todas las cosas y medidas que
se están tomando para resguardarse del contagio de esta pandemia, es la vida,
un privilegio. Dejando esto en claro, debemos considerar aquellas medidas que
el gobierno dispone en cuanto a la reanudación de las actividades comerciales y
la vuelta a clase de miles de personas en ambos sectores, con la eventual
capacidad de contagio a una cifra exponencial, más aún, si todavía no
alcanzamos el clímax de esta catástrofe sanitaria.
Estamos moralmente capacitados para
permitirnos la muerte de miles de personas para reactivar la economía o estamos
espiritualmente fortalecidos para ver como consecuencia de la pandemia una
crisis económica que derivará indefectiblemente en pobreza y sabemos que en la
miseria también la gente muere de hambre y la misma necesidad acarrea otras
dificultades, como la delincuencia y la pérdida de la moral humanitaria. Más
aún, una crisis de este tipo nos demandará mucho mas tiempo de recuperación que
la pandemia. Adoptaremos nuevas modalidades de comportamiento, la
desintegración familiar y, desaparecerán las interrelaciones sociales. Sabido
es que la pobreza es la peor de las calamidades que puede soportar el hombre,
ahí es donde aparece la brutalidad del querer vivir donde no importan los
demás.
De allí la importancia de tomar
decisiones a consideración de los demás, con perspectivas de futuro, con visión
de tiempo y de resguardo de los valores humanos que construimos día a día. La
economía es vital para sostener a los pueblos en la medida de su distribución
equitativa, pero no más importante que el valor de la vida. Un propósito divino,
altruista, maravilloso es lograr que todos los seres vivos que componemos una
sociedad tan diversa en sus tesoros espirituales, tengan una buena vida, y que
pueda estar agradecido de poder vivirla, para que, en víspera de dejar esta
vida, sea un viaje más aceptable y no sentirnos culpable de no lograr lo que
quisimos para nuestras generaciones. La vida en una transición en el tiempo, es
la proyección de ti mismo. La muerte, es el jamás. Es el nunca más.
En consecuencia, de esto, todo lo que
haga para proteger y preservar la vida de los individuos es absolutamente
válido, aún en desmedro de las condiciones económicas; la salud posibilita al
ser humano un comienzo, un levantarse de nuevo tantas veces como sea necesario
y ese trabajo diario lleno de sacrificios, esfuerzos y sudor, recompensara con
la felicidad de haber hecho lo que debía hacer en beneficio de todos. La
economía no se levantará por sí sola, no habrá reactivación si no tenemos
trabajadores, operadores, personas que labores en los servicios públicos y
privados en su total y completo equilibrio corporal, es decir, una persona
sana. La salud es importante. La economía es importante. ¿Debo priorizar una
por sobre la otra?
La decisión no puede estar detrás de un escritorio.
