jueves, 1 de agosto de 2013

SOBRE EL SIMCE. ¿HERRAMIENTA PARA LA EDUCACION?



                                                                              
LOS NIÑOS SOBREEXIGIDOS POR EL SIMCE




En educación, nunca está  todo dicho. La ciencia educativa todos los días modifica sus parámetros de acuerdo a la necesidad de los tiempos y del grado de dominio de habilidades de los educandos.
Ahora las críticas se centran en la presión que algunos establecimientos ejercen sobre los niños de los primeros ciclos de enseñanza básica. Pues existen antecedentes validados por especialistas(psicólogos, sociológos, tecnólogos educativos y profesores de aula) de que el aprendizaje de los niños está siendo afectando por las diversas prácticas derivadas de la impartición de la prueba SIMCE.
Un apoderado de un colegio en Las Condes, mostró su preocupación al departamento técnico del establecimiento por que durante los últimos tres meses habían aumentado las tareas que el niño traía para la casa y cada vez tenía más guías para completar. También se dio cuenta de que las preguntas de las pruebas de ensayo eran muy complejas.
Por otra parte, las mismas preocupaciones las manifestaba la Psicóloga María Pía Sius, que ya había empezado a notar un aumento de niños entre nueve y diez años y de cuarto año básico que llegaban a su consulta superados por las exigencias de algunos colegios de la capital. Donde más de una decena de escolares, habían empezado a tener dolores de cabeza o pesadillas, que no querían hacer las tareas, que se sentían exigidos por sus profesores ad portas de la rendición de la prueba simce.

Algunos especialistas y organismos no gubernamentales enjuician las características que este sistema de evaluación ha ido adquiriendo en los últimos años. Cuestionan la real legitimidad de sus resultados a la hora de medir la formación integral de los alumnos y de los procesos educativos de cada establecimiento. Condenan la utilización de los resultados, como herramienta de marketing para atraer más matrículas.  Ahora la polémica también se comienza a enfocar en la sobre carga académica a la que algunos colegios están sometiendo a sus alumnos. Es una tremenda presión y es anti educativa. Ya que este sistema se ha institucionalizado y, la presión que tienen los colegios por cumplir con las exigencias de calidad se ha ido traspasando a los profesores y estos, a su vez, la han derivado a los alumnos.

Como cada niño responde de diferente manera a los requerimientos de la escuela, aquellos que tienen menor protección o son más exigidos, acaban desarrollando problemas psicológicos como angustia, estrés o cuadros depresivos. Esa presión puede jugar en contra del aprendizaje. No hay que ser tecnócrata, tampoco muy erudito en ciertas materias, para darse cuenta que, entre tercero y cuarto básico los niños están tomando conciencia de sus talentos y destrezas, dos áreas que afectan directamente la autoestima y las presiones indebidas, puede ser nefasto para el desarrollo del alumno.
Los resultados del SIMCE si son mal utilizados, administrados y comentados por el establecimiento pueden generar un nivel de ansiedad que sobrepasa lo que ese niño es capaz de hacer. Pues si lo estimulas como ciertos colegios lo están haciendo, con salas letradas como unos carteles de colores con frases que dicen: “Confiamos en ti”, “Tu puedes” o “El resultado de la prueba está en tu esfuerzo”, puede intimidar la postura del alumno ante esa evaluación.

Matías es alumno de un colegio de Ñuñoa y cuando entro al cuarto año básico le habían integrado un ramo de SIMCE una vez por semana y programado horas de recuperación de las materias que deberían haber pasado en el nivel anterior(tercer año básico). También le aumentaron las tareas y los profesores comenzaron a hablarle directamente del examen que rendirían en octubre. El asunto fue más allá de las horas de clases de extras. Luego de que el niño diera la prueba, nos enteramos de que algunos de sus compañeros tuvieron una suerte de crisis de pánico y los profesores al verlos tan nerviosos, decidieron darles flores de Bach para que rindieran la prueba.

Para Mirentxu Anaya, máster en Sociología del Instituto Ciencias Políticas de París y actual directora del Centro de Liderazgo Educativo Fundación Educación 2020,  nada es extraño, el resultado de la prueba se convierte en un mecanismo de supervivencia. Los colegios han empezado a realizar prácticas no adecuadas para mejorar sus puntajes: algunos dictan clase especiales de una asignatura que directamente llaman SIMCE, otros quitan horas de materias de currículo para realizar ensayos diarios de la prueba y otros comienzan a preparar a los niños desde segundo básico. Y lo digo así, por que lo viví.

Para la sociológa se trata de “efectos perversos” de la evaluación.

Hay que tener claro que es una prueba estandarizada, que además se compone de una plantilla de respuestas que para un niño de 9 o 10 años podría ser complicada, sobre todo para los más distraídos. Es probable que uno de los aspectos que más genera ansiedad sea la hoja de respuestas, que provoca mucho miedo a equivocarse. Otro aspecto a tener en claro es que mide algunas materias y no evalúa habilidades blandas. No todos los niños que enfrentan esta evaluación son proclives a desarrollar un estrés y angustia. La Psicóloga María Pía Sius, aclara que por lo general esta situación tiende a presentarse en niños más auto exigentes, que son más responsables con sus tareas, preocupados de las notas y que tienen madres o padres más preocupados por cumplir con el colegio, por las pruebas y que exigen buenas notas.
Por lo mismo es fundamental que los padres le bajen el perfil al simce, que tengan claro que no refleja el rendimiento individual del niño y solo es promedio del colegio. Y mucho más allá de la prueba, lo más aconsejable es que disminuyan las exigencias y que siempre mantengan las actividades extra programáticas. Ni el SIMCE ni ninguna otra prueba, debería alterar la tranquilidad de los niños.