sábado, 15 de enero de 2011

DEBO CONSIDERAR LA LIBERTAD


SOY LO QUE QUIERO SER

Cuando se quiebre la luna
entre los bosque de Birmania y,
sus cristales se esparzan
entre las aguas a los pies de los radales,
sacaré mi voz de entre los batrales y
me convertiré en paisaje
entre los muchos paisajes de la tierra mía.

Cuando tus pasos agrieten la huella
que dejó el viento frío que vino del sur
y moje los cabellos
de los techos de las casas tibias
llenas de palabras tiernas
de madres de cabellos negros,
me convertiré en calor de fogata interna
que recorra sin premura
cada rincón de la tierra mía.

Los tendederos de la ropa recién cubiertos
de soleada matinal
le sonreirán a los avellanos
y las manos cansadas de tanto lavar mis huellas de polvo y greda,
se juntarán para aclamar
el bendito líquido vital
que se esfuma entre las galegas
como si fuera un feliz animal en esta tierra mía.

Los hombres extenderán sus brazos
hacia los azadones laborales
tratando de modificar mi forma eterna
de chamicos y violetas.
En jardines de costa perdida entre los pinos verdes de Elena y sus ojos de laguna dulce
y su Torca salobre llena de risas de chiquillos,
los entregará hecho hombres a esta tierra mía.

Como paisaje,
como cerro,
como verde hierba,
como una piedra en el camino,
como casa sin paredes,
como camino empolvado,
como alambrada de pasivas bestias,
como vertiente clara y sus berros,
como luna suspendida en cielo celeste,
estaré siempre presente en esta tierra mía.

Como un árbol solitario a la vera del camino
donde apoyas tu espalda sudorosa, ahí estaré
refrescando tus sentimientos de amores y penas.
Como un hilo de agua fresca
me encontrarás bañando tu cara
en pleno campo abierto.
Lavaré tus partos
de todos los frutos maduros en su tiempo
y adornaré de lágrimas tu rostro
en cada nacimiento,
pues seré el agua y el viento
que nutra esta tierra mía.

Me levantaré una y mil veces
para cobijarte de adobes y braseros
para cerrarte los caminos al desconsuelo,
para correr ese velo interno
de ferviente devoto del Cristo en sus palmeras,
para verte renacer entre las vides y sus gamelas.
Me levantare una y mil veces
solo para verte como te alargas en historias,
en palabras dulces de poetas.

Me verás salir de madrugada
con el viento que baila entre tus faldas
o equilibrado en los alambres del armazón de tu alumbrado.
Tal vez me presientas como tu destino obligado
vivir apegado a la vera de la carretera
formando frutales dulzones
de roja vergüenza temporera.
Me verás cansado como la luz del día
que se recuesta en brazos líquidos,
en llantos de infantes y su porfía.

Esta tierra mía que se revuelca como las uvas,
cada día respira poemas de amores incomprendidos,
se viste de estrellas en sus carnavales y
respira mostos de todas clases.
Tomare cualquiera de los caminos
en los que se desgrana esta tierra mía
en busca de la paz esquiva,
pero volveré como la luna
a guardarme cada noche entre los prados heridos
o en los brazos de los abedules que fueran tus amigos.

Con tu cuerpo de geografía
me confundiré entre las piedras
a orillas mi río Lontué,
con olores a cedrón
con jorobas de pulmudón,
con múltiples píes en forma de parrón
en toda la bastedad de esta tierra mía
se esparcirá mi corazón.
Así, tu latir
y tu mirar de palomas,
viajará en los tiempos de repicar de campanas
hacia los cuatro puntos distantes
en que se perdió la locomotora
y su vieja estación, en su propia fumarola.
Me verás transitar
en tus propios pasos de ida y vuelta
sonriendo y masticando sueños
junto con la aurora boreal.
Mañana mismo me convertiré
en la señalada entrada hacia tu calle larga y,
quedar desnudo de pies a cabeza
con la simpleza de la palabra,
como siempre tuve un lugar llamado casa,
en un rincón de la tierra mía.

Soy lo que tu quieres que sea;
agua,
espacio,
tierra
y uva.
Soy lo que quiero ser;
Hombre,
niño,
verdor
y cuba.
Soy lo que siempre seré,
solo libertad,
en esta tierra mía.