jueves, 30 de mayo de 2019

LA SUAVIDAD DE LA PALABRA








LA MEZQUITA DEL SILENCIO


Venía con forma de silencio y al doblar la esquina
se retrata como el metal candente
que se interna en el cuerpo como buscando la muerte.
Sueños juveniles se van durmiendo
con un susurro burlón de quien escupe
a la mezquita del Señor.

Desde la feroz conciencia
gatilla los metales que se incrustan en la carne
como si fueran medallas, condecoraciones siniestras.
Revolotean cual mariposas 
los recuerdos de otras vidas 
mientras extienden sus brazos 
queriendo alejar la muerte 
un viernes cualquiera.

Nunca será nunca, y el vibrar de la nueva vida
se desvanece en el pestañear de la metralla
que te acecha cual anónimo delincuente.
Cuarenta y nueve luciérnagas migraron al silencio
como relieves en los muros de la mezquita.

Duerme al regazo del Nazareno
para que resuelvas tus delirios,
para vestirte de paciencia,
para que abraces la vida.





SENDEROS OCRES


Como el ojo de un gran dios
lleno de claridad y clamor
desnuda la pequeñez de la roquería
y la vulnerabilidad del albatros
en la cresta de la ola.

Con su abrazo húmedo
sacia la arena de su rebeldía terrenal
en un abrazo de marea y sal
se muestra mi infinito mar.


Yace el poeta con su mano en la roca
con su profunda voz en la ola que revienta.
 Con su sombra de tierra colorada
por los senderos entre medio de las docas.

Cáliz de agua me susurra el viento,
mientras paseo la mirada
sobre mi barco náufrago del cerro.



Como una espada que hiere la piel
de un monstruo oceánico,
se vislumbra en estrellas y espuma
las letras del poeta en su isla negra
y con paso ocre se encamina
al cuerpo marino de Punta de Tralca.

lunes, 20 de mayo de 2019

EL PENSAR DE JAVIERA


EL COLOR DE LAS OPINIONES

GENERACIONES EN PUGNA      
                                    
                                          
                                                                             
Cada vez que se plantean reformas o cambios, normas o leyes las opiniones son tan dispares que generan desavenencias por la forma y por el fondo de las propuestas y por lo general los más jóvenes se contraponen a los adultos o viceversa. ¿Cuáles serían las razones de este distanciamiento?                                                                                       
Cierto liberalismo en las funciones que les competen a los jóvenes. Asumiendo responsabilidades un poco banales y complacientes y por el otro extremo, un cierto radicalismo en los adultos, que apegados a modales, valores, tradicionalmente bien vistos que perseveran en que adopten posturas más globales y no tan individualista.
La libertad personal siempre ha sido una meta poco definida y siempre está reprimida por los lazos prejuiciosos, familiares, económicos y sociales. Además de los laborales y de las relaciones humanas. Aparentemente, esto es lo más álgido, cuando se trata de analizar la contingencia. La libertad, para los jóvenes no puede estar cuestionada por la aceptación de los cambios globales. Se mantienen en la postura de dejar que los demás participen pero a ellos no los pueden obligar, pues defienden su libertad de hacer lo que les parezca más adecuado en lo personal, importa poco lo que los demás hagan con su tiempo, su vida, su cuerpo, su personalidad. Pareciera que están en un gobernabilidad centrada en su persona; Yo quiero esto. Yo hago lo que quiero. Yo dispongo de lo mío. Yo soy yo.


Si bien es cierto que es válida su postura frente a la vida y a los tiempos que se están manifestando en nuestra sociedad, no podemos desvincularnos de los demás, no podemos no participar de la creación de nuevos patrones de conducta. No podemos enajenarnos de la globalización y transformarnos en islas sociales y realizar o congeniar con aquello que es solo para nuestra conveniencia personal. Creo que todas las normativas que tiendan a mejorar nuestra calidad de vida deber ser aceptadas por su libertad, la de los jóvenes, porque también será incuestionablemente una mejor libertad la que disfrutaran. Los equilibrios son respetables y solo se pide eso, respeto, aceptación, solidaridad, entrega, sabiduría, tolerancia y empatía.
Nosotros los adultos, somos parte de esta pugna generacional porque somos los que padecemos las responsabilidades de los hijos, del trabajo, de la aceptación, la desigualdad, la disponibilidad de tiempo, calidad de los trabajos, el tiempo de ocio y la contemplación de nuestro entorno en mejoras a proporcionar calidad de vida. No queremos morir bien. Con toda seguridad lo que queremos con ansias verdaderas, es vivir bien, compartir nuestro tiempo con ellos, consultar con ellos, ser parte de ellos, competir con ellos, elegir con ellos, hablar, reírse, enfrentar la amargura y el placer con ellos. Nosotros, los adultos, los viejos, los ancianos necesitamos saber para que estamos sobreviviendo en una sociedad tecnológica brutal y descomedida. En una sociedad que se entraba en discusiones de derechos y cuidados de la naturaleza. Una sociedad medioambientalista solo nominativa. Queremos y deseamos lo mejor para nuestros hijos, nuestra familia, nuestro prójimo, nuestro país. Lo queremos ahora, porque cada día para nosotros es más corto. Tenemos cada vez menos tiempo y cada vez nos cuesta más adaptarnos a esta desigual carrera contra el tiempo. Feliz de ver un jardín florido, una montaña nevada, un bosque verde, el agua clara, mis hijos sanos, felices, mis nietos sonrientes. Una calidad de vida que nos proporcione la sociedad que compartimos. Más allá de las diferencias que nos puedan separar, debemos encontrar puntos de encuentro para empujar hacia adelante. Todo es posible en la medida que sumemos fuerza de voluntad para entender, aceptar, corregir y por cierto, a veces es bueno callar. Pero, en ningún caso alejarse de los propósitos generales. ¿Un cambio cultural? Algunos temen la palabra cultura, como temen la pérdida de valores personales y materiales. Todo lo que se ha hecho hasta ahora, se puede mejorar y, ese cambio va de la mano de un ejercicio de mentalidad propositiva, pensar en los demás, porque es bueno para todos.