lunes, 13 de julio de 2015

EL VALOR DEL DINERO


LA CRÍTICA  AUSENTE  Y EL  DESPRECIO  DE  LAS  IDEAS

Luis Muñoz C.
lontueypoetas.blogspot.com




 ...pensar que todo es producto de intereses, el pensamiento crítico deja  de ser pensamiento 
y pasa a ser un simple punto de vista.


Muchas  cosas sean dicho con respecto a la educación y todos creen arrogarse el derecho a la verdad o a la formula correcta. También están en primeras páginas los casos de PENTA, SQM, CAVAL y todas sus implicancias políticas. Y como es lógico, se dictan una serie de grandes y fabulosas ideas con el afán de solucionar estas cuestiones. Quienes mencionan estas grandes ideas, son los mismos que han estado detrás de los escritorios por tantos años, que ya todo da lo mismo. Si no existieron buenas ideas en tiempos de menos efervescencia, ahora, sinceramente hablan por hablar. En educación nadie se expresa por la calidad. Nadie dice que se entiende por calidad. En política y finanzas ni hablar. Al final de cuentas, las ideas son malas y no expresan los conceptos de fondo, en definitiva, soluciones. Crítica. Lógica. Por lo que existe desde hace mucho en nuestra sociedad, es el desprecio por las ideas. Lo real, es que existe una crisis. Crisis dolorosas y fundamentalmente en la credibilidad y en los valores que sostienen una sociedad y que se expresan en el actuar de las personas. Existirán fenómenos, casos aislados, destacados y muy creíbles, pero la que más que me impresiona, es la crisis del mundo editorial y las nuevas formas de circular de los libros, que hacen imposible la sobrevivencia de esa clase media literaria para la que escribir, era un trabajo como cualquier otro.

El escritor que es a la vez es un intelectual público parece ser una figura casi inexistente. La esfera política está hoy día despoblada de ideas globales que orienten la discusión y el diálogo. Lo que antes se llamaba pensamiento crítico, se reduce a la expresión de quejas, a la protesta o a la indignación que está tan de moda hoy día y si además no se cree en la razón, fin a la discusión. Muchos escritores parecen creer que la literatura es solo una forma elevada y sofisticada del entretenimiento o de la ensoñación, una técnica para espantar fantasmas o despertar recuerdos. Muchos creen que es una forma de ganar respetabilidad para lo cual no hay que ser irritante, polémico o denunciante, sino que hace el papel de ungüento, es pusilánime y agradecido. Los escritores hoy día han perdido valentía y solo se ve arribismo, siutiquería y falta de talento. Usan discursos armados en vez de arte, propaganda barata en vez de esfuerzo, ignorancia en vez de humildad o ganas de aprender. Nadie de los escritores, pensadores, filósofos de nuestro país plantea ideas, que te permitan cuestionarte tu vida y la de los demás. Mucho menos los políticos. Nadie se detiene a conversar constructivamente sobre los temas que podrían cambiar el destino de nuestra sociedad. No existen las ideas profundas, tampoco la crítica bien pensada. Después de Lemebel, mediocridad. Con el desprecio de las ideas, la sociedad nunca gana nada que no se merezca. Las ideas siempre son un poco subversivas, por lo tanto también un poco perversas. Mantengo la premisa de que los escritores hoy día, prefieren ganar dinero más que aportar un pensamiento a la sociedad que cuestione de verdad, nuestra postura tan pasiva e irresoluta por los acontecimientos de hoy día.

Las ideas por lo general son el resultado de una necesidad de resolver situaciones, inquietudes a nuestro pensamiento y los que disfrutan de un talento cognitivo, las dan a la luz para que ellos mismos u otros personajes más habilidosos las lleven a cabo. Allí nacen las preguntas. Las preguntas son la base del aprendizaje seguro e internalizado por siempre. Una vez aprendida una conducta, no se olvida. Una idea, una buena idea perdura en el tiempo y se hace parte del quehacer de los demás y a partir de ella, se fomenta la creatividad y el emprendimiento, tanto personal como colectivo.

¿Cómo se paga el talento?
¿Se tiene que pagar por él cuando cada vez más bienes culturales son gratis?


Tantas preguntas que atormentan al mundo nunca han sido un problema en Chile, donde las ideas no valen nada y los millonarios prefieren gastar su dinero en diputados y equipos de fútbol, y creen que Mozart es una pastelería y compran Matta porque hay que comprarlos. El mismo caso se repite en los seudos ricos del narcotráfico que invierten el dinero en la ostentación material.

Hoy estamos insertos en casos emblemáticos de creatividad contable (Dígase  falsear, adulterar, cambiar, ocultar numerales  debido  a  propuestas  inmorales  de parte  de  personas  o instituciones ). Chile cree ser un país de emprendedores cuando es un país de mandos medios. Ganan más en los diarios los editores y funcionarios, que los columnistas o reporteros por los que la gente compra un diario. Ganan más en televisión los ejecutivos que los guionistas. También ganan más los dueños de editoriales que los propios escritores. A su vez dan entrevistas, conferencias y visitan universidades, mientras el escritor firma sus libros a la salida de un teatro, en un parque o en una pequeña sala de eventos arrendada. Da lo mismo.

Es tan difícil hablar de crecimiento o de cambio, de eficiencia y desarrollo, cuando seguimos premiando al que no piensa nada distinto a su jefe y condenando a la mendicidad a los que crean, inventan, intuyen, cuentan el mundo en el que vivimos.(Léase  crear  calidad  a través  de las  experiencias  personales). Es difícil que si seguimos despreciando las ideas, construyamos algo. Un lineamiento global del pensamiento para obtener resultados, se hace necesario a través de la escritura o literatura. Es lo que se espera de los escritores chilenos. Es lo que hacen en Chile, desprecian las ideas y se sumen en la oscuridad del pensamiento vano. Un país que se enorgullece de su poca densidad cultural y poblacional. El  desprecio de las ideas, tan presente en escritores de otrora, parece condenarnos por lo pronto, a vivir otro siglo picando piedras y esperando ver caer las frutas de los árboles. Abogando por la gratuidad de la educación y en general por las reformas que hicieran salir a Chile de lo que consideraba un excesivo individualismo


El que escribe en Chile, sabe de entrada que tiene que dedicarse al mismo tiempo a una cosa más seria. A una profesión respaldado por el cheque de fin de mes. Nada más inconsecuente que lanzar un libro a la nada, a desplegar un gran esfuerzo personal para editar un libro sin tener lectores asegurados por la editorial. Deberíamos saber que nadie es profeta en su tierra.