lunes, 24 de mayo de 2021

EL SUICIDIO POLÍTICO EN LA HISTORIA

 






“Chile, el orgullo de América del sur, ha llegado a su mayor vergüenza por la falta de acuerdos permanentes en el tiempo, de los partidos políticos .”


Cita correspondiente a un estado de angustia del entonces Presidente de Chile en 1891 Don Manuel Balmaceda, que posteriormente, lo llevó a tomar la drástica decisión del suicidio.

Hechos políticos muy actuales en la efervescencia social que prima hoy día, debido a las elecciones presidenciales, donde se define el poder político de cada colectividad.

De forma aparente y muy solapada, se habla y se trasmiten las propuestas para la gobernabilidad de nuestro país y, las reformas más adecuadas en todos los ámbitos sociales, pero más allá de la seguridad que se pueda plantear para algunos sectores, las dudas son evidentes en la población, cada sector político, pretende tomar el poder, y se habla de “poder” por sobre los demás, pues las colectividades emergentes , son minorías políticas, y, no con buenas experiencias en los años pasados. Los socialistas tienen la experiencia con la primera mujer presidente, Michelle Bachellet. Los comunistas siempre han sido postergados y perseguidos, pero no cesan en sus afanes de postular siempre un presidenciable de su colectividad. Todos a la postre, incluyendo a la derecha y sus mezquindades han probado los privilegios que representa estar en el poder.

Un país que necesita en esencia, la unidad social, política y democrática que se ha perdido a fuerza de desatinos de las autoridades y la pegajosa pandemia mundial, hoy ve con desolación que los políticos y sus viejas prácticas de acuerdos, cuotas, pactos, y demandas, no aúnan criterios para dar forma a una sola fuerza opositora. Ante esta debilidad demostrada por el interés en lo llamado país, se han enfrascado en nominar personas sin fuerza social, que no representan a o global, a las personas, al pueblo, a los más necesitados. A lo más, representan sus intereses partidarios y las personas pasaran a segundo plano.


No sería extraño o ajeno a nuestro conocimiento, que tuviéramos un nuevo suicidio o una medida tan drástica como la de Balmaceda o de Allende, que haga razonar o a lo menos , tomar conciencia de las pérdidas de principios y por sobre todo, la honestidad, condición indispensable que deben cumplir las personas para poder desempeñarse como funcionario público.




Nuestro país Chile, enfrentado a las desigualdades sociales tan profundas en los sectores más vulnerables, formaron un conglomerado muy cohesionado, para protestar por el ahogamiento económico, la brecha en salud y educación y por todos aquellos cobros abusivos en la mayoría de los servicios básicos. Aquello se transformó, en un gran movimiento y un nacimiento de las fuerzas populares, que se encaramaron en las urnas, y se tomaron puestos o lograron representatividad en el proceso constituyente, pero, como es la costumbre de los predadores políticos, que han perdido la dignidad, vieron la oportunidad de posicionarse de nuevo a la cabeza de los movimientos sociales y desde allí nuevamente, hacer su juego de mantener modelos políticos y económicos , que ya no son sustentables, ni rentables, ni aceptados por la mayoría popular. Con un gobierno en crisis y carente de propuestas válidas, la oposición no ha estado a la altura de las necesidades que se demandan y, se han levantado candidatos de todos los sectores, dividiendo las fuerzas y la seguridad de gobernación. La población, también duda, pues no ve su esfuerzo y sacrificio representado en la falta de unidad de los partidos que alguna vez los representaron.

Chile, camina en los hilos más delgados de la política. La desesperación por conseguir el poder, nos hará estar presentes, en un nuevo suicidio, esta vez, de la representatividad política legítima y honesta.