viernes, 28 de marzo de 2014

MI TIERRA ENCANTADA


CALETA LLICO




Tan delicada en su diminuto espacio 
 
parecen que las rocas salinas apenas florecen 
 
al ritmo de las olas. 
 
Los cipreses inclinados desde la altura

observan como crecen los botes en su captura 

 de peces y espuma.

Una puerta tras otra

se abre con sus habitantes marinos

y sorprende la dulzura 
 
de la mujer

del pescador maulino.

Anclado al tiempo 
 
los maderos han dejado su traje lustros 
 
y hoy se cubren de caracoles,

sal y renombre.

El, quiso ser muelle en la caleta Llico, 
 
donde las gaviotas y cormoranes

le dieron titulo de esqueleto marino
.
Mientras San Pedro lo vigila 
 
para que no le falte el viento

y los botes se rindan de pasajeros.
 
La caleta Llico se viste de colores 
  
y mis pasos tan húmedos

como la arena se quedan en los recuerdos.

Los huiros se alejan 
 
al compás de las olas

y dejan entrever como se aferran 
  
a la roca negra y tan olorosa.

Tan delicada en su diminuto espacio,

la caleta silenciosa

te acoge entre sus brazos.

Me quedo a tu lado

aspirando tu cuerpo salino

y cuando ya cae la tarde,

me pierdo entre los pinos.

El graznido de las gaviotas

y el llanto de sus olas

me despiden viajando a mi lado

en su estrecha desembocadura.

Te miro desde lejos

y solo atino a tus casas blanqueadas

y sus cardenales coloridos.

A través de la laguna Torca,

me interno a mi caleta Llico.






 TORCA, MI BELLA TORCA


 
   
Un ojo inmenso desde la cima
 
totoras, entre las taguas y los cisnes de la 

aurora. Quebrando los peces tu pupila     

jugueteaban con los insectos

tempraneros, me detengo para saludarte
 
con un gesto al viento.
 
Herida entre terraplenes
 
viajas a morir cerca de los maitenes, 

arrastrando tu serpentear de  guas 

hasta las sombras risueñas de
 
tus hermosos pinares.
 
Sorprendidas las zarzamoras 

cambian los colores entre los atardeceres
 
y la costumbre de los terrenos ocres.
 
Los cerros te reverencian
 
con sus clamores de bestias apacibles
 
que visitan entre rumiar de hierbas
 
tus aguas salobres.
 
Entre pedestales de cipreses milenarios
 
me sumí en las cavilaciones  propias de un enamorado 

de tus residentes tan variados.
 
Quilas, litres, molles, cardos y sembrados
 
dan un paisaje incomparable, soñado.

Torca. 

En ti vacié mis mejores  tiempos. 

Desprendí de los duros viejos,  

cariños sanos a los cuales me acostumbré.     

También fue el tiempo
 
de acoger el sufrir por el vuelo tierno  

del gorrioncillo que abandono su matriz.    

Torca te confundí con un mar de lágrimas
 
y por eso me aferré a ti.
 
Vuelvo con el paso cansado
 
a beber de tus almendros,
 
a cobijarme en los lanares que salen a mi encuentro,
 
en los perros que saltan de sus aposentos.
 
Se encienden los fogones con leños pacientes,
 
que derraman sus colores en flamas
 
que se pierden en el firmamento.

 
Desterrado por años entre
 
los distintos paisajes de mi encierro,
 
solo para compararte;
 
la serenidad y la paz solo pueden igualarte.
 
Siempre deslumbrante ante la despedida y la muerte
 
no tiembla tu semblante .
 
Serena torca,te comunicas entre aires
 
y los quehaceres de Elena,
 
la que fuera entre los delirios y su experiencia,
 
como tu madre.   

Conocida desde siempre
 
te cobijas entre sus pechos mustios   

como a mi, en cada uno de tus atardeceres.
 
Torca, mi bella Torca no te desesperes.

Mi llanto de cerros se desprende por las
 
quebradas entre las colihues
 
para quedar confundido en las cristalinas aguas
 
de tus rincones.
 
Reverencias
 
entre los aromo de la costa
 
te saludan por la gracia de tus telares,
 
por los pequeñísimos soles que
 
se cuelgan de sus ramales.
 
   
¡Hay!
    
De las hualas y su reclamo irreverente,
    
de tus alas parduscas, de tus gambuzas    

cuando se quedan en los gredales
 

lejanas de tus turgentes aguas.  

Torca, mi bella Torca.
    
No te acerques
    
por los arenales.

    
Dejarás caer la luna
    
en tu manto celeste
    
para leer la huella del coipo viajero.
    
Me sumiré en tus brazos
    
como huérfano de cariño
    
y he de limpiar mi piel
    
citadina acostumbrada a las
    
auroras pálidas,
    
para confundirme
    
con tu sombra
    
más allá de los sauces
    
avergonzados de soledad.
    
Cansado de sostener el cielo
    
estrellado derivo a las tejas rojas de Elena,     

donde en plato
    
hermoso te espera   

un conejo como resultado de la caza y su aderezo.   

   
Torca, mi bella Torca 

¿Cuales son tus secretos?
 
  

Regreso por los caminos donde encontré los eucaliptos,
 
les saludo su piel brillante y su estar enhiesto.
 
Son los mejores compañeros  para enjugar tus inquietudes
 
pues no las tiran al suelo una vez que te has repuesto.
 
Son leales, se quedan a la vera del camino
 
resueltos como los oficiales.
 
Sacudo mis ramas

desprendiendo tus imágenes  

para dejarlas cercanas
 
a los que regresan de vez en cuando
 
a internarse en los batrales
 
y compartir una charla un poco sutil
 
con los siete colores
 
que te escuchan desde los mástiles
 
de los totorales.
 
Torca, mi bella Torca.
  
Eres como los umbrales.
 
 
 
 Mañana resolveré mis líneas para encontrarme de nuevo
   
 entre el asfalto, entre los cristales.
   
 Beberé otras noches llenas de poco encanto,
   
 de sirenas    y luces locas.  

 Entorpeceré mi alma
 
 de saludos matinales de las vidrieras y los ventanales.
 
  
 Mis pasos serán la línea recta
   
 de la discordia y los desaires.
   
 Los amores falsos marchitarán la sonrisa
   
 que me entregaste entre tus acordes
   
 de mares y aserraderos de cinta y espirales.
   
 Otros perros mostrarán sus dientes
   
 y su pelaje mal oliente,
   
 me encaminarán sin oriente,
   
 hasta perderme en otras latitudes.
   
 Torca, mi bella Torca
   
 ¿Qué será de tus virtudes?


   
 Laguna Torca
   
 de la costa desmembrada, la de aguas compartidas,
   
 la de aguas sin memoria, la que en el vuelos de sus cisnes
   
 relata toda su historia.
   
 Laguna Torca
   
 sin tus aguas me marchito
   
 como las moras de tus riveras,
   
 como los boldos perfumados
   
 cuando les llega su hora..
   
 Torca, mi bella Torca
   
 ¿Cómo estas ahora?


   
Te extraño
   
como los almendros y sus vainas, 
 
como los caminos polvorientos    

o las huellas tutelares. 
 
Te extraño como a los besos toscos de tus personajes.    
 
Te extraño como a los huairavos
 
y su transitar por los humedales de tus costados.
 
Torca, te pierdes entre la bruma de las  mañanas 

para aparecer de nuevo entre los totorales.
 
Te expresas en tranquilas aguas 

con tu lenguaje de experiencia retratada. 

Herida en tus rincones y aferrada a los terraplenes
 
te miré cada vez que pude con lágrimas en los ojos.
 
Torca, mi bella Torca
 
¿Cómo puedo olvidarte?