martes, 30 de abril de 2013

POESIA ENTRE LAS PARRAS


Lágrimas del sol
Viña Lontué





Amor entre las parras



EL AMOR POR LAS UVAS


Te voy a contar un cuento
de esos que siempre se dan
de amores y desencuentros
de promesas y eternidad.

De la nada misma la tierra parió
un colgajo de uvas que el sol contemplo
y a finales de marzo la vendimia
en néctar de labios vírgenes y reyes lo convirtió.

Las uvas se cubrieron de hojas y guías
mientras el sol las buscaba entre las parras alineadas
por lo que ya se comentaba
el amor del sol por las uvas.

De amanecida y en tropel de hombres
vino el corte certero al racimo
y en la carpa tractorera
encontró su destino.

Se fue a lagrimear junto a sus hermanas
y en zumo se convirtió
luego la madera,
como vino las acogió.

El sol, buscó las uvas entre marzo y abril
enfrío su cuerpo de tristeza al encontrar
algunas de ellas muertas entre la maleza
apago su brillo y se fue a morir con ellas.

Dicen que el sol se ahogo
entre los líquidos de las uvas
otros comentan que las uvas lo retienen
para que los hombres las veneren en septiembre

Dicen que el sol y las uvas
residen ocultas por allí
en un pueblo provinciano
colgado de sus tinajas y cubas

Una leyenda vieja comenté
relata lo mismo años tras año.
Dicen que no hace daño
beberse la historia de Lontué.   





    NACIMIENTO DEL VINO



    Con sus brazos alargados en verdes guías
    que se estrujan en los alambrados
    dando vida a las uvas
    de vidrioso aroma,
    te alineas como los batallones
    en cuarteles de parras
    en la explanada recién bifurcada.
   
    Una vez desnuda de septiembre
    te cubrí de pitas y batros
    para darte la forma curiosa de vides.
    Como endemoniada con olor a azufre
    vas formado tus frutos redondeados
    por la artesana naturaleza
    cercana a la carretera.

    Robas del sol su espíritu etílico
    para prisionero de gamelas
    viajar a los lagares de mi pueblo.
    Henchida de chispeante alegría
    te vacías jugosa a los toneles
    de sacras e imponentes bodegas.

    En la edad madura,
    seria como las ceremonias de iglesias,
    te vistes de sacos vidriosos
    para postrarte en mi mesa.
    Mosto de seguro final,
    por siempre has deleitado
    en todo su ancho, al mejor paladar.

    Moreno de tanto viajar
    desde la parra al clandestino lugar,
    has tomado cuerpo de señor
    llano a desconfiar de la mujer
    en una mesa repleta de manjar.
    Siempre acompañado de la alegría
    y del buen comer,
    nada como un buen sommelier,
    un merlot o un  cabernet sauviñon.

    Brebaje de los dioses has sido llamado
    aún en los instantes del gran dolor.
    Mi tierra,
    busca su destino
    por que aquí nació el vino,
    haciendo llorar las parras.


   
           

martes, 23 de abril de 2013

POESÍA EN SOMBRAS

Hasta las sombras nos dan una razón para tenerles respeto y consideración. El hombre se cobija en ellas al igual que las bestias. Tanto el bien como el mal tienen su morada reservada en las sombras.
                

Tan difusas son las sombras y tan comunes en los hombres, que cada cierto tiempo las asociamos a nuestros cuerpos. tan oscuras y silenciosas, tan distantes y tenebrosas.
 Son las sombras como semillas a punto de explotar; ardientes, insaciables. Corpóreas como melodías de sirenas. tan sencillas como las tormentas de arena.


                                                                                                                        
   A veces nuestro cuerpo se doblega a las penas tan comunes que nos adentramos en las sombras más oscuras del pensamiento, para encontrar las respuestas a las sombras que cubren nuestro cuerpo. Nos reservamos los dolores entre lágrimas oscuras, como raspaduras del corazón, sin saber que las sombras nada saben del perdón.



    Reclinado en mi cuerpo tan desnudo como infante, desalojo mis sombras a la luz de las palabras de una madre y su comprensión. Llamo la atención con mis heridas abiertas y me cobijan otras sombras, llamadas multitud de brazos abiertos al aire.







Lastimeras las sombras te sostienen como las calumnias al desvergonzado o como las mentiras al infiel. Nada se vislumbra a las sombras de la ciudad que pariendo dolores en las poblaciones, te cubre el semblante de enajenación sin par. La inocencia se pierde en las iglesias, entre las oraciones y las penitencias.
Las sombras te reclaman después del pecado, silencioso y arrepentido recorro laberintos cretenses, nada comparado con los deslices castrenses. Las sombras aún resultan ser un gigantesco paréntesis.



Quisiera borralo todo y escaparme a los desiertos, abrir mi pecho a los cuatro vientos y gritar, gritar hasta morir despierto. Escapar de las sombras interiores que te aplastan sin consideración. Cuarenta dias como el Mesías, vagando huérfano de pasiones y palabras. Las sombras tienen rostros conocidos y enfermizos, por eso me reprimo y me concentro en mi cuerpo. Leyendo mis rodillas y mis zapatos tan raídos, culpo a lo social por todo lo parido.




Dos dedos borran el beso de Judas. Dos ojos tan claros como la verdad más pura, ahuyentaran las sombras de una cara senil cercana a su partida. Las sombras solo serán figuras como los árboles, como los pájaros. Sombras como los edificios y las urbanas almas en sacrificio.
Las voces calladas las pondremos en pasquines para darles fortaleza a través del canto. No más llantos silenciosos en las sombras. Al recodo del camino se plantarán las luciérnagas de colores para alumbrar tu destino. Adiós a las sombras que hostigaron tus años de experiencia.


Visitar los ancestros para segar el trigo y recoger las uvas, hará que las sombras dejen mi cuerpo. Liberaré la imaginación, borrando el miedo a las palabras y sembrar las diferencias y la alegría. Las sombras dan sosiego al cansado cuerpo, en tanto, los infantes  saciarán su sed arrimandose a un buen árbol.
Ataré mi cuerpo con telares viejos, me adentraré en la cultura tan austral y tan sureña, a lavar mi cuerpo y mirar desde lo alto de una araucaria, las sombras en retirada entre los fiordos y las cascadas.
Las sombras serán resguardo de los añejos licores y solo veré las sombras en el último paso, de poeta a hombre.