Lágrimas del sol |
Viña Lontué |
Amor entre las parras |
EL AMOR POR LAS UVAS
Te voy a contar un cuento
de esos que siempre se dan
de amores y desencuentros
de promesas y eternidad.
De la nada misma la tierra parió
un colgajo de uvas que el sol contemplo
y a finales de marzo la vendimia
en néctar de labios vírgenes y reyes lo convirtió.
Las uvas se cubrieron de hojas y guías
mientras el sol las buscaba entre las parras alineadas
por lo que ya se comentaba
el amor del sol por las uvas.
De amanecida y en tropel de hombres
vino el corte certero al racimo
y en la carpa tractorera
encontró su destino.
Se fue a lagrimear junto a sus hermanas
y en zumo se convirtió
luego la madera,
como vino las acogió.
El sol, buscó las uvas entre marzo y abril
enfrío su cuerpo de tristeza al encontrar
algunas de ellas muertas entre la maleza
apago su brillo y se fue a morir con ellas.
Dicen que el sol se ahogo
entre los líquidos de las uvas
otros comentan que las uvas lo retienen
para que los hombres las veneren en septiembre
Dicen que el sol y las uvas
residen ocultas por allí
en un pueblo provinciano
colgado de sus tinajas y cubas
Una leyenda vieja comenté
relata lo mismo años tras año.
Dicen que no hace daño
beberse la historia de Lontué.
NACIMIENTO DEL VINO
Con sus brazos alargados en verdes guías
que se estrujan en los alambrados
dando vida a las uvas
de vidrioso aroma,
te alineas como los batallones
en cuarteles de parras
en la explanada recién bifurcada.
Una vez desnuda de septiembre
te cubrí de pitas y batros
para darte la forma curiosa de vides.
Como endemoniada con olor a azufre
vas formado tus frutos redondeados
por la artesana naturaleza
cercana a la carretera.
Robas del sol su espíritu etílico
para prisionero de gamelas
viajar a los lagares de mi pueblo.
Henchida de chispeante alegría
te vacías jugosa a los toneles
de sacras e imponentes bodegas.
En la edad madura,
seria como las ceremonias de iglesias,
te vistes de sacos vidriosos
para postrarte en mi mesa.
Mosto de seguro final,
por siempre has deleitado
en todo su ancho, al mejor paladar.
Moreno de tanto viajar
desde la parra al clandestino lugar,
has tomado cuerpo de señor
llano a desconfiar de la mujer
en una mesa repleta de manjar.
Siempre acompañado de la alegría
y del buen comer,
nada como un buen sommelier,
un merlot o un cabernet sauviñon.
Brebaje de los dioses has sido llamado
aún en los instantes del gran dolor.
Mi tierra,
busca su destino
por que aquí nació el vino,
haciendo llorar las parras.
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