DA QUE PENSAR UN TRAJE OSCURO.
La mente en
blanco. Es lo que me sucede de vez en cuando. Mi mujer, señora, esposa, pareja,
cuando así me encuentra suele preguntar ¿Qué estás pensando? O más dulcemente
¿En quién estás pensando?
Muchas
situaciones parecidas se repiten en todas las personas cada día. Algunas
situaciones son de cuidado, pues posibilitan el aislamiento familiar o soledad
social. Otros casos más sencillos se presentan cuando alguien se “vuela” y se
pierde su mirada en un punto lejano, o no atina a una respuesta con prestancia
cuando se le solicita, en una conversación cualquiera. Hay casos críticos
ciertamente, como aquellos que se aferran a su pasado más marcado. Algunos
dicen que “todo pasado fue mejor”. Pero podemos discutir sin acalorarse, tal
punto de opinión.
El pasado
ciertamente nos puede marcar, sobre todo si de él, dependemos para
establecernos en el presente. Sencillamente algunos de nosotros, recurrimos a
las experiencias del pasado para “hacernos ver” entre la vorágine de la ciudad,
las opiniones, las nuevas tecnologías, cambios económicos, la inestabilidad
religiosa, la corrupción en todas la esferas sociales, incluyendo la mala
imagen de la justicia o en su resolución justa.
Como antaño,
los lineamientos son los mismos, la polarización de las opiniones o las miradas
dispares a un mismo problema. Empeñados en hacer parecer que todo el presente
está mal, siendo que el pasado los condena de forma atroz al ser parte
importante o de alguna manera, involucrado en el silencio mortal, que cubrió
gran parte de nuestro desarrollo democrático. La diversidad de opiniones,
dirán, nos enriquecen, nos fortalecen y nos enseñan a no repetir los males y
obrar en consecuencia.
El repudio de la gente ante el silencio encubridor. |
No reconocer
la verdad, los hechos irrefutables, la historia escrita o los testimonios de
personas que nos relacionan con hechos deleznables durante años, no solo es
inmoral, es un crimen no testimoniar y no califican en veracidad cuando se
refieren a otras situaciones al frente de su vereda, con el dedo acusatorio y
con la mente en blanco para con otros. Cito solo a dos personas de las muchas
que podrían nombrarse; Sergio Melnik y personajes como el obispo Juan Barros,
son sencillamente, una ofensa de género. Es extraordinaria su capacidad de
mantenerse incólumes ante tanta evidencia. El señor Melnik tiene acuestas y en
conciencia, el sufrimiento de más de cuarenta mil personas mientras estuvo en
la administración del gobierno en dictadura. Por su parte el Obispo Juan
Barros, no inclina la cabeza ante el silencio de tantos abusos de menores
mientras fue cercano al emblemático abusador Fernando karadima, inscrito en un
listado de más de mil ochocientos sacerdotes involucrados en abusos de menores
durante años. El Obispo Barros y su par, el señor Melnik, quedan en blanco
cuando se les recuerdan sus participaciones en hechos cuestionables a todas
luces. No se trata de comentarios de boca en boca o por desidia de la gente.
Hablamos de personas. Muertos en las calles, tirados al mar, dinamitados,
torturados, violados y humillados en actos bestiales y demenciales. Delitos
silenciados por la máquina del poder. Se han preguntado cuantos niños quedaron
desamparados. Se preguntan ustedes, que motiva a estas personas actuar de
manera tan baja. Tal vez no sean los mismos niños que fueron abusados por
sacerdotes de nuestra iglesia, pero se tragaron su inocencia, despojados de sus
virtudes de la manera más atroz, la violación. Para estos “señores” que
predican por la televisión, los medios escritos y delante de un altar, callan
su propia verdad. Silencian sus propios pecados, aclamando el logro de sus
pares, denostando a los que no son de su rebaño. Nubarrones en el cielo, “mala
cosa”, decía mi abuelo.
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Sergio Melnik con Alvaro Corvalán. |
Tal vez no
sea necesario confesar abiertamente ciertas cosas, pues la opinión pública ya
les dictó su condena. El repudio de la sociedad y el aislamiento en su
cofradía, debería ponerlos a recapacitar sobre su participación en los actos tan
perversos por los cuales se les cuestiona su participación social en los
tiempos presentes. Tal vez sea necesario para calmar las aguas agitadas en este
mar de opiniones, dar un paso solemne al costado o simplemente, retirarse a
largos periodos de meditación y a una comunión espiritual con el Todopoderoso y
esperar con resignación el perdón de las víctimas que dejaron estigmatizadas.
¿En qué
estás pensando? O ¿En quién estás pensando?
Es probable
que ella, mi esposa, no sepa la respuesta. Bueno, tampoco yo sé la respuesta.
Lo cierto que ante estas y otras temáticas tan delicadas, mi mente se queda en
blanco. La capacidad del ser humano para infligir sufrimiento a sus semejantes
es increíble y con ello, increíble también lo es, su capacidad para la
insensibilidad. Increíble la postura de la justicia social y de la justicia
clerical. Por ahora, ¡¡es increíble!! Pienso……. y mi mente está en blanco.
¿Sabe usted
que es efebo filia? O ¿conoce el término pedofilia?
Ambos
conceptos se refieren a delitos ocasionados en menores y la iglesia,
probablemente los vestirá de colores y dulcificara sus consecuencias con el
propósito de aminorar las culpas de sus hijos de sotanas. La opinión pública,
como siempre se cuestionará y pensará que son males menores, quizás hasta permitidos
por estos seres elegidos para citar las escrituras sagradas. Para mí, en lo
particular, sagrado son mis derechos a ser respetado y considerado como lo
somos todos en esencia, seres humanos. Por eso, cuando pienso en el listado de
detenidos desaparecidos y en el listado de los sacerdotes abusadores de
menores. Tanto pecado sin arrepentimiento, tanta humillación sin reparación,
tanto dolor en cuerpos inocentes, tanta perversidad en seres semejante, hijos
de Dios, miembros de la iglesia. De verdad, mi mente queda en blanco.
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