sábado, 23 de junio de 2018

SOMOS TODOS!!


CORAZONES PISOTEADOS


Literalmente nos han pisoteados los corazones. De una o de otra manera, nuestra condición humana está humillada, se nos robó la dignidad que depositamos desde nuestro nacimiento, en esas paredes de relieves pasionarios y vitrales coloridos que mantienen la luz encendida del espíritu que nos dieron a conocer entre ritos y sacramentos. Donde aquellas manos blancas nos acunaron en sus vestiduras, donde las suaves palabras acallaban nuestras inquietudes, donde la familia depositaba sus tesoros; respeto, valores sociales, integridad y por sobre todo, conciencia de nuestra propia espiritualidad.
Mi propia experiencia relata injusticias clericales, desde la elección de los monaguillos a los catequistas. También es sabido que las limosnas, no eran distribuidas a las familias de escasos recursos, sino más bien, en aquellos que caían en gracia. Tanto los alimentos, como la ropa distribuida a las Américas, por la Alianza para el Progreso, tuvieron fines pocos saludables y poco solidarios, al menos en la comarca de mi niñez. Sin embargo, todo eso es soportable, pues se realizó la entrega de todas maneras cumpliendo un sano propósito. Crucificar a todos los “cristos” no tiene razón alguna en estos tiempos. No existe una vía appia itálica para exponerlos y tampoco existe la Roma dominante.

 La historia nos da visiones de la participación de la iglesia en las cruzadas, la inquisición, la intervención de los Papa en las guerras, las conquistas territoriales en nombre de la conversión cristiana, el holocausto judío, la caza de brujas en Salem, los crímenes en las catedrales, los hijos de Dios en Alemania, Reino Unido, Irlanda. La evangelización en la América morena. Hoy, en todas partes, las violaciones y vejámenes sufridos a menores a manos de los clérigos de la Iglesia Católica, es un crimen sencillamente deleznable. No tolerable por sociedad alguna.

Repudiable la actitud de los prelados, quienes predican decir la verdad, para obtener el perdón del Padre Todo Poderoso. Repudiable el accionar del jefe, del representante de la iglesia chilena Monseñor Ezzatti, quien oculta la conducta reñida de miembros de su rebaño. Repudiable la masiva participación de sacerdotes en actos de pedofilia y abusos de menores. Demasiados sacerdotes practicando sexo con menores con el beneplácito de sus autoridades. Abusando reiteradamente de aquellos menores desprotegidos, abandonados por la mano de Dios y puestos en las garras de quienes se dicen hijos del mismo Padre. Cual cofradía organizada en la oscuridad de la sacristía, tejieron su red cubriendo la iglesia con lágrimas y gritos de angustia de tiernos infantes. No es ahora que se descubren estos casos, hay documentos que ya en años anteriores  se conocieron casos en Melipilla, Maipú, en el pequeño Cottolengo, Quilicura y en nuestra capital, Santiago en los años 2002 al 2010. Derivado de la visita del Santo padre a nuestro país, se ventilaron más casos a luz pública. ¿Cómo nuestra conciencia puede permitir que tantos abusadores de sotana se concentren en una localidad? ¿Cómo soportamos que ellos, los abusadores, enjuicien espiritual y conductualmente nuestro accionar diario?

Pienso en mi infancia y en el cura de mi pueblo que nos repetía, que nuestro cuerpo era un templo de adoración y por ello, debíamos cuidarlo con nuestra forma de actuar, con nuestros hábitos alimenticios, con nuestra manera de hablar y referirnos a los demás. Un ejemplo comunitario, una bella persona que se ganó con humildad, con carisma y con su ejemplo humanitario el cariño de toda una comunidad y el respeto, el reconocimiento de sus superiores eclesiásticos. Hoy por hoy, nuestra sociedad se confunde fácilmente con el vértigo del pensamiento y del conocimiento. Con la vergüenza de la corrupción en todas las esferas sociales y aquellas personas que se entregaron a la consagración espiritual, no estuvieron ajenas a las debilidades humanas. Pienso en los menores, en aquellas manitas que se aferran desesperadamente a una tabla de salvación, en niños que ven en otras personas la protección y el cariño. Pienso en la inocencia de esos pequeñitos y en el dolor que acumulan después de ser despojados miserablemente de su único tesoro, su intimidad, su integridad espiritual, su creencia en el ser humano, aquel que vemos más cercano a Dios en el reino de los cielos. En aquel que dijo “dejad que los niños venga a mí, porque suyo es el Reino y la gloria del Padre”.

Tal vez no sea un pecado de la iglesia. Tal vez no sea un pecado de algunas personas de una determinada institución. Tal vez, nuestro pecado más grande sea el no darnos cuenta de estas situaciones, porque somos menos involucrados en todos los aspectos sociales. Aparentemente damos la sensación de estar informado de todo debido a las redes sociales, pero adoptamos superficialidad por sobre temas profundos. Marchamos por casi todas las cuestiones, ponemos un grito en la calle, levantamos pancartas de colores, descubrimos nuestros pechos y levantamos nuestros puños al cielo. ¿Cómo si de verdad creyéramos en las soluciones celestiales? ¿Milagros? Por supuesto que no. Nuestra misión  es mucho más loable que todo eso, pero no tenemos las agallas para remover los pisos de los parlamentarios, de los sacerdote, de los comerciantes, de los grandes conglomerados, de los pudiente económicos, de las instituciones depredadoras, de los gobiernos febles. Estamos como queremos estar. Aceptamos todo lo que venga. En una sociedad corrupta, los valores sociales tan necesarios para salir de la cloaca, están seguramente impregnados de aguas sucias, plastificadas y enramadas. Con toda seguridad todas las aguas van al mismo mar y en ellas viajan nuestros ideales de siempre, al fondo del océano más profundo y rescatarla desde allí, harán falta no solo hombres, sino todos los hombres. Ud. También.