miércoles, 10 de agosto de 2011

SIN SABER COMO AGRADECER




¿Qué tan importante es la familia? Todo.

Aún las palabras más simples de aquellos que están distantes, son valiosas y muy importantes. Nunca estas solo y puedes llorar en su hombro.Dentro de la familia hay miembros de corazón inmenso, teniendo y sufriendo las mismas vicisitudes de los otros. A todos y cada uno de ellos, mi amor incondicional ante la debilidad de mi espíritu por el drama de mi amada esposa, María Eugenia.


Y TUVE TIEMPO DE RENEGAR DE TODO

Y tuve tiempo de renegar de todo.

Escupía sangre con sabor a tabaco
y la envidia hacía ver siluetas
que se apartaban de mi desdicha.
La luna se burlaba escondiendose detras de lágrimas llenas de derrotas,
todas ellas, incomprendidas.

Y tuve tiempo de renegar de todo.

Ahogado por la pena,
retrocedí a los momentos felices
y no encontraba en ellos,
ni en la almohada respuesta a los golpes
que sufría mi amada.
Lloré caminos inciertos ahogado por la pena.

Y tuve tiempo de renegar de todo.

El sentimiento inundó a mis hijos por completo
y me aferré a ellos como única alternativa.
Los cubrí de besos para hacerlos inmune
a los sufrires en sus tiernos cuerpos.

Y tuve tiempo de renegar de todo.

Herí mis dedos contra mis dedos
y mis dientes se resintieron masticando desilusión.
La noche acogió mi llanto
y mi cuerpo convulsionado
no recibía alimento ni consolación.

Lloré,
lloré hasta que me dió vergüenza
y ante la debilidad que me embargaba,
renegé de todo y de todos,
incluso de la fe y la esperanza.

Me abracé a mis hijos siendo nada
y sus vocecitas tan seguras
y sus bracitos inmesamente cálidos,
me arrancaron la cobardía como si nada.
Me abracé a mis hijos con la esperanza renovada
y me impregné de ellos con sus besos y sus palabras.
Renegué de mi,
llorando al calor de una almohada solitaria,
hasta que me dormí con la herida abierta
y ya no sangraba

Ayer, lo negado... me habrió las puertas.
Las contenidas aguas inundaron el valle de la esperanza oculta
y los cielos se abrieron como de amanecida.
Corrí las distancias como viento de pradera
mientra las aves cortejaban los árboles sonrojados,
semidesnudos en las soleras.

Fieles testigos en distancia incierta,
tejieron hilos de seda para sostener en ellos
lo que mi alma sangra.
Recuperé la savia de mi cuerpo mustio
y corrieron los hijos a ver a su madre
en la nueva espera.

En su galena morada,
la madre reposa serena
y recibe en sueños a cada uno de sus clamores.
Sus hijos, llenos de dolores.

Cuales tentáculos aferrandose a la vida,
le salían de su cuerpo las mangueras y sus ruidos.
Un temor incierto cubría nuestras miradas
y una esperanza oculta se paseaba por las paredes.
Los días de larga espera,
por su sola mirada, ya era cierta.

Mañana será mañana
y los dolores serán trocados por recuerdos sin olvido,
abrazaré sin vergüenza a quién haya donado parte de su vida
y cerrado las heridas de mi cuerpo mal traído.

Hoy, el haber llorado
y haber sufrido,
han dado nacimiento a un amor prematuro,
renovado,
claro y profundo.

De píe,
María Eugenia me sigue sonriendo
y mi corazón sigue latiendo.
Los caminos tienen un final que recorro sin dudar,
pues la luz de sus ojos está en sus rocas
y en los almabrados aferrados a sus estacas.

Hoy no son hayes,
solo sombras que el viento esparcirá por la pradera,
para fortalecer las hierbas y sus aromas.
Para prolongar la vida de aquellos que estan ausentes,
para recordar tu nombre en todas partes.

Renegué de ti, Dios y,
¡como me arrepiento!
Sin embargo,
generar de nuevo vida es tu plan original.
Vida tan vital siendo solo un soplo tan sencillo
el alma del viejo, vuelve niño
y arrepentido,
solo sabe llorar.

Renegué de tí sin saber que hacer,
mi debilidad de hombre se trocó por algo fijo,
las palabras y la fe de mis cuatro hijos.

Como los puntos cardinales,
me indicaron el horizonte.
El susurro de Noelia,
las caricias de Daniela.
Las manos seguras de Luis Felipe
y las lágrimas de Javiera.