viernes, 31 de octubre de 2014

CIERTAS ACTITUDES NOS DESCONCIERTAN

Meditar a cerca de algunas actitudes de las personas, a veces nos lleva a indisponernos con ellos. Sin embargo, debemos tolerar, entender, congeniar y muchas veces justificar la razón de sus actitudes. También nos atrevemos a analizarlos objetos sin comprender la razón de su presencia, mucho menos su actitud frente a la naturaleza.




LA  ACTITUD DE LAS PIEDRAS


Las piedras del camino cuentan su experiencia
a los pastos silvestres que lloran el rocío
al despertar el día, junto al ave vagabunda
y del extranjero en su propia tierra.
Pues, el humano sin dejar huella
en su caminar sempiterno
nunca ha pensando en la dureza de la piedra.
Tan porfiada en su estructura,
en su cuna de agua,
en su caída meteórica
que hemos dispuesto milenios
para torcerle la figura.
Tan infinitamente numerosa,
tan enorme y tan pequeña
como las arenas de Cartagena
o como la granítica roca
en el Peñón de Iloca.
Como la piedra de Francisco
en plena Cordillera.
Misteriosas las piedras,
guardan secretos afables
en sus costras y en su piel eterna.
El hombre intentando comprender
lo que no se puede revelar
y en actos de violenta profanación,
interpreta secretos de pirámides,
sarcófagos, templos, ciudades ceremoniales,
objetos del sagrario y de cultos milenarios.
Las piedras del camino
cuentan su experiencia
a la superficie de la tierra.
Pero guardan sus secretos verdaderos
en la dureza de su actitud de centinela
para recordarte lo pasado.




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