¿SE TERMINA LA SOCIEDAD CIVIL?
No es bueno abrir
heridas tan profundas, ni tan dolorosas, ni meramente olvidadas, pues los
rencores, los dolores, los sufrimientos y tanta perdida social, cultural y
civil, nos compromete sentimentalmente con la historia, la misma historia que
algunos quieren cambiar con comportamientos oscuros e infidelidades frente al
pueblo. Durante los años de la dictadura, se habían perdido casi todos los
valores que daban un fundamento sólido a un vivir y que existían hasta ese
tiempo; el amor a la patria, el sentido cívico, el espíritu de sacrificio y el
impulso heroico, el orgullo y el sentido del honor. Sin mencionar el deterioro
de la inteligencia evolutiva y participativa de los que dan vida a una
sociedad.
Hoy, las situaciones
tienen claras señales de confrontación ideológicas y que solo tienden a la
confusión y al alejamiento de la opinión de pública hacia los políticos, lo
cual hace que se pierda el papel de responsabilidad delegada hacia ellos. Es
una verdad irrefutable de que sería preferible vivir en un mundo pacífico y
leal, pero las pasiones naturales no lo permiten y quien cumple un análisis
equivocado de las fuerzas reales, de los comportamientos y de las leyes está
destinado a desplomarse.
El valor de las personas
está determinado por su acción cívica y política. Por su opinión y
participación y no es dable considerar una persona ajena a los acontecimientos
de una sociedad que se ve polarizada por un cuerpo que ejerce la mayoría de las
opiniones. Se necesitan los cambios, son una constante en las sociedades que se
modernizan bajo la mano del estado y de los gobiernos que interpretan a la
mayoría y, cuando se habla de mayoría, nos referimos al pueblo, al que muchas
veces, demasiadas diría yo, es inconsulto y es una exigencia imperiosa para
regenerar y renovar la vida política, pero este debe imitar el comportamiento
de los grandes hombres contemporáneos y del pasado.
El político no debe ser
guiado por etéreas doctrinas teóricas, sino por la aguda conciencia y el
sentido de la historia, pasada y contemporánea. Así podría tener una buena
ocasión para efectuar un cambio. La política no puede ser separada del valor
que significa actuar de manera libre y consciente, esto es de la virtud civil.
El hombre está
constituido por un manojo de potencialidades, que se actúan en la historia. Es
un ser frágil que necesita asegurarse de todo, especialmente cuando los tiempos
tienen una dura configuración. Debería tener la capacidad de cambiar, pero
sigue apegado a sus hábitos y sus comportamientos.
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Mi nieto a la espera de una nueva sociedad. |
Los hombres han sido iguales
a sí mismo y, en su comportamiento, no conocen otro bien que la utilidad
privada. Pero sobre todo, y así está descrito en el comportamiento civil, deberían
abstenerse de las pertenencias de los otros, por que los hombres olvidan más
rápido la muerte de padre que la pérdida del patrimonio. De esto se podrían dar
infinitos ejemplos y mostrar cuantas paces, cuantas promesas han sido hechas
ineficaces y vanas por la infidelidad de aquellos que ostentan banderas partidistas y se
vanaglorian ser representantes de la masa votante. Sin duda alguna, y podrían
encontrar una serie de excusas, datos estadísticos, cuadros sinópticos,
ejemplos de personeros emblemáticos, datos históricos del pasado y del
presente, pero seremos más virtuosos si somos capaces de reconocer nuestra
caída y darnos el tiempo para ejercer el cambio. Esto es placebo. Cómoda
holgazanería social. Parasitismo social. Esto es el desgaste: al principio
puede curarse fácilmente, pero es difícil de reconocer; después es difícil de
curar.
Somos cristianos por
anastomosis y acudimos a su cívica utilidad solo por conveniencia. La llegada
del cristianismo ha desarrollado una función negativa en la historia, por que
ha hecho a los hombres menos viriles, induciéndolos a la mansedumbre, a la
resignación, a la
desvalorización del
mundo y de la vida terrena. Quizá deberíamos reconocer una mención al respecto,
“la
religión nos adormece, es el opio de los pueblos”. Aunque sí cumple una
función importante, que es la de mantener la unidad del pueblo en el nombre de
una fe única.
Los seres humanos están
acostumbrados a conducirse de una cierta manera y son renuentes en abandonar su
modo de ser. (Somos un pueblo de mala memoria) Así ocurre que mientras los
tiempos varían impetuosamente, el hombre no está en condiciones de cambiar a sí
mismo. Verdadero o falso, este artículo quiere dejar en claro que los tiempos
de los grandes políticos, han llegado a su fin y con ello, el fin de la
sociedad cívica por excelencia.