TODO SE RELACIONA
Una mirada aplicada nos dará la
posibilidad de reconocer aquello verdaderamente importante y nos esforzaremos
en desarrollar esa parte de la economía, pero debemos tener en cuenta que es
imposible comprender la transformación de las funciones y el propósito de la
economía si la abordamos como un mecanismo aislado. Si aspiramos a comprender
su funcionamiento, debemos abordar este sistema como una fuerza que opera en
estrecha relación con el conjunto de la civilización.
El valor de la vida humana que hasta
ahora había sido el núcleo de nuestra moral, ha caído en el olvido. Los grandes
ideales del saber y de la educación en las naciones industriales son totalmente
inútiles en los continentes que padecen hambre. No satisfacen las necesidades
de sus sociedades. De todos los errores de los países, el más pernicioso es la
educación errada de su juventud. Cuanto más alimentan las industrias y los
gobiernos las esperanzas de las masas miserables con promesas de una vida
mejor, hecha a través de la T.V., la radio y el cine, más rápidamente cundirán
el odio, la envidia y el descontento. Por lo que un pueblo hambriento y con una
pésima instrucción educacional, no escucha razones ni le importa la justicia.
El peligro de morir de hambre, alza al hombre contra el hombre y al ciudadano
contra el gobierno y lleva a las luchas civiles y a la inquietud política.
La contaminación de los elementos
vitales del mundo y el embrutecimiento de nuestra sociedad derivan de la misma
causa. La sobre población. El apiñamiento de la gente la vuelve mala y violenta,
su moral mengua y su arte produce monstruosidades detestables. Mata la belleza
y produce fealdad.
Esta sociedad enmarcada en un sistema económico
y una agenda social desvinculada de las personas, nos muestra el derrumbe moral
público y privado. En tres siglos de progreso los pueblos de este lado
occidental, han logrado cuatro principios más claros que las grandes ollas
hidrográficas que poseemos: ser egoísta. Matar a los otros. Tener poca
integridad. Sentir muy poca vergüenza.