LA VERGÜENZA DESNUDA
La condición humana, es una condición
inestable y cuestionada en todo el mundo. La conducta generalizada es violenta
y pornográfica. La dureza de las situaciones visualizadas en los extremos de la
sociedad es tan violenta que inevitablemente nos conduce a plantearnos dudas,
en su veracidad o si son escenas apropósito y rebuscadas para explotar la
sensibilidad y los sentimientos de los demás. Esto ya ha sucedido en otras
ocasiones y en otras latitudes.
Los dramas que ha mostrado esta
pandemia dejaron al descubierto aquello que sabemos, pero que no dimensionamos porque
estamos ajenos a esos extremos. Nuestro mundo está limitado por lo que no
queremos ver, por lo que, en lo que no queremos involucrarnos, por lo que no
queremos asumir como sociedad o autoridad. Porque no queremos ver la vergüenza.
Vergüenza es tener familias hacinadas
en un recinto sin agua, sin baño, sin luz y sin respeto. Pedirles que guarden
distancia o ciertas normas de higiene, cuando ellos, en verdad, se calientan y
se cobijan apegados a sus propios cuerpos, en una cama para cuatro hermanos
donde se sortea el té o la marraqueta, no solo al desayuno, si no que para el
día, en ciertos casos. Vergüenza que los abuelos pierdan la fe y se limiten a
morir callados si no hay una persona que los asista, porque le da vergüenza
verlos morir de esa forma.
Vergüenza saber que tienes opciones de
futuro para quince días, si es que el programa de Estado te tiene considerado
entre sus exigencias, requisitos y formularios. ¡como si morirse fuera culpa
suya! Al no cumplir ciertos requisitos. Vergüenza es no entender que otros
moribundos, no tienen otra opción más que morir.
Vergüenza es obtener una caja de
alimentos para 15 días que tienen un valor incalculable para una familia de
cuatro miembros.
Vergüenza es que, en otros sectores de
mi país, el mismo valor de esa caja, es solo el desayuno para dos personas a la
puerta de su departamento en forma diaria.
Vergüenza es solicitar salvoconducto al
peatón porque va a su trabajo como la única forma de sobrevivencia suya y de su
familia.
Vergüenza es ver la carreteras y
avenidas con sus vehículos sin apenas fiscalización oficial. Vergüenza de
aprovecharnos de los dramas humanos para fines políticos, campañas sociales, rating
televisivo o simplemente como tema de conversación y análisis por los
personajes de siempre, que lo único que aportan es eso, un comentario
insustancial, como una sopa de huesos que se calienta todos los días en una
olla común en algún lugar de Santiago.
Vergüenza política por no tener
conciencia social.
Vergüenza política por no tener
acuerdos en la distribución de migajas económicas, mientras se juega en una
sesión parlamentaria a reducir una dieta irrisoria en donde no se justifica por
la misma pandemia que nos cubre la vista.
Vergüenza al desnudo. Vergüenza que nos
retrata de cuerpo entero. No podemos sobrevivir de bonos o campañas solidarias.
Dennos el respeto que merece cualquier ser humano después de trabajar más de la
mitad de su vida al servicio del país. No se puede salir a la calle a pedir
monedas, a mostrar nuestra humillación, a compartir dolores, desazones, lágrimas
de rabia, gritos de angustia, desolación y hambruna. No merecemos esto. No
pedimos esto, pero no nos queda nada. Que su ayuda, la del Estado, no sea solo
para cubrir nuestra vergüenza.