CANTO A MÁS NO PODER
Como las historias, como los grandes personajes, como las parras heridas, como los ríos de provincia, como los humos de chimeneas, como las flores en los jardines, como las palas en los potreros, como leños en el fuego, como bodegas de toneles fríos, como letras en poema absurdo, como las palabras en orador de turno, como la música de los campanarios, como las tres Marías, como los trenes sobre rieles, como poblaciones arremangadas a tus costados te encuentro perfumado de vides Lontué, tierra de chuchos, huiravos y tetues.
Como el finao Larraín, guarda en su gruta de rincón los rugidos del zorro cuidador, la complacencia del cura Villagra y la falta de cordura del pate’combo ven su sermón de filigrana. La cristiandad guarda en sus ladrillos el replicar de Aurelio, los versos de Cervando, la voz del Dioscoro confundida con un tronar, con el vozarrón oscuro del viejo Valdemar. Con las esquivas monedas de don Fidel, con la mirada alta de los Catalán, con el viejo jote y su tambalear, como el negro Alcántara y su habilidad al bailar, como las mentiras del negro pistilo en la esquina de la rana o del Richard donde ahora se toma junto al Huáscar de los panchulos que antes era de los Soto un billar. Quien te puede olvidar viajando a las orillas del mar junto a los Carrascos en camiones rengos de tanto viajar. De aquí llevamos a los gaviotas y los Retamal y recalamos junto a Santos Santelices allá en la Pesca, junto al mar.
Los ventarrones, don Rufino, los Espinas, los Rivas, los Valdevenitos, cayo Rojas y los cabezones Fernández, los Fuenzalida, los González y los Hernández todos dieron forma a las casas, los comentarios y las razones de seguir buscando la historia, los corazones entre los adobes. La señora mimi y los Olave, los Muñoz, los Reyes. Guayo Moreno y los Negretes. Don Ernesto, Checho Lazo y una entrega de apellidos de estanterías y otros que fundieron sus semillas en la estación, en el estadio y sus galerías. ¿Donde quedaremos sepultados si no tenemos comuna? Extranjeros en Molina alejados de nuestro corazón sembramos la nostalgia en el paso nivel, Casa Blanca, en Pichingal. De regreso por los canales me ahogo en las dama juanas, en las cantinas lloronas, debajo de los parrones. Dejemos que las cosas vuelvan a los pechos encabritados de ilusión. Dejemos que las personas vuelvan a vivir de la esperanza de las letras y los cantos de guitarras. Demos rienda suelta al jolgorio después de la resaca, pues ahora vienen los pasos en reversa, apareció el canto del queltehue por aquí en Lontué. Bienvenida a los terrenos monolito de buena placa, bienvenida a mi Lontué la fiesta guachaca. Lontué nido precolombino de las uvas maceradas, levantemos junto la copa por la buena tierra que acogió con ternura los cuerpos de tanto obrero cansado y que en tus brazos se durmió. Único legado son las copas vacías en los estrados del pollo dorado, de los cochío. Manos oscuras nos privan de la comuna. Mentes obtusas confabulan en pos de la mentira. Dineros mezquinos realizan viajes cortos a los bolsillos para sepultar ilusiones de chiquillos. Detienen la sangre en las arterias de mis hijos, paralizan los dedos de los tejedores de los mimbres y del progreso. Olvidémonos del cangrejo. De la calle larga y sus paraderos. Hagamos una fiesta de amanecida e invitemos a la luna si quisiera. Más allá de las viñas y las lisonjas quién no quisiera verte de ropas nuevas y en la oficina, con una cabeza grande que domine la comuna.
¡Ay Lontué!
Como te quiero vestida de Comuna.
Como las historias amargas. Como los grandes personajes derruidos. Como las parras heridas que sangran su nostalgia. Como los ríos de provincia que se cubren de la escarcha. Como los humos de chimeneas esparcidos por el viento. Como las flores en los jardines arrancadas por un loco cuerdo. Como las palas en los potreros me hundo y me congelo. Como leños en el fuego tiznados por su propio dueño. Como bodegas de toneles fríos con duendes de mentiras. Como letras en poema absurdo apenas yo te escribo. Como las palabras en orador de turno en el congreso vacío. Como la música de los campanarios de matracas de madera. Como las tres Marías amantes empedernidas. Como los trenes sobre rieles arrancando de la estación cercana. Como poblaciones arremangadas a tus costados te encuentro perfumado de vides de aromas y de colores. Lontué, tierra de chuchos, huairavos y tetues. Dejemos libre la comuna atrapada por los pies.
¿Por qué verte grande tierra mía si apenas te merezco?
¡Por eso mismo!
Por que es tan tuya como mía.
Desorientado de los versos silenciosos cada día te veo más lejana y extranjera. No se transformen en una quimera las razones bien logradas, más bien agreguemos la savia cruda a los estandartes imprimidos que cada cierto tiempo se deslizan por tu oído. Con solo dos monedas no callaremos la garganta de tanto cantor. Un pequeño gigante de letras azuladas te canta la canción de cuna, la que dice que mañana, tal vez, te encuentres con la Comuna.
Un diario vivir. Un diario sentir. Un diario de luz. Un ideario común.
Dejemos que los tinteros lloren su tinta oscura y que ladren los perros su rabia profunda. Poblemos de panfletos todas las bocas asustadas para luego renacer en lágrimas de agua clara, de estero descolgado entre las viñas. Lontué, la calle sin punta se viste de gente en carnavales de vino celeste y por las cantinas y las picadas de costumbre, se vacían sus dedos en sentidas explicaciones. Que los prados absorban el rocío de la mañana al olor de pan recién cocio. Que se pegue la humedad en el negro pelo de la vecina camino de la carnicería y que se vuelva loca al toque de mi mirada. La vida está en las cosas nuevas de recuerdos viejos. Por respeto y por derecho los viejos se han ganado un espacio en el interior, más allá de las vísceras apretadas, más lejos de repartir las migajas, más intensas que las copas envenenadas de rabia y desperdicio en las horas de desconsuelo. Más cercano a la ebriedad te debemos la postura de un suelo callado, que ha dormido su bravura. Sé que estas dormido a la espera de las uvas, del maíz, de las maravillas, para desgranarte luego con toda tu fuerza de molino, de concientes aspas, de razones juveniles. No permitas Lontué que se muera tu diario.
Por que a diario es vivir. Por que a diario es sentir. Por que a diario tienes la luz. Por que a diario sigues siendo tú. Por que a diario te conozco. Por que a diario permanezco. Por que a diario te grito en el camino. Por que a diario nace un niño. Por que a diario tenemos luna. Por que a diario construiremos la comuna. Lontué de cien años de viñedos, tenemos ganas de empezar de nuevo.
Construyamos de nuevo desde los molinos hasta entre los ríos, las esquinas risueñas, las arboledas maduras. Edifiquemos en la arena pues Dios lo permite. Hay viñedos a destajo, pues entonces no podemos las ilusiones, no caminemos por los atajos. Demos curso a las palabras de los viejos concejales, a Peredo a todos los mandamases. Construyamos con nuestras manos lo que no podemos con los suspiros de las letras. Somos historia en todas las regiones, en deportes, en cultura, en festivales, en señorío, en parrones, en mostos de estatura universales reconocidos. Cuantas viñas sin parrones. Cuanta gente gastó todas sus ilusiones. Cuantos jóvenes llegaran a viejos entre medio de los terrones. Cuantos niños pobres truncaran su camino al término de su colegio por privarlos de profesiones. Sonriamos al futuro para que nos una. Sonriamos a Lontué, por la futura comuna.