martes, 31 de mayo de 2011

PERSEVERA, NO TE DETENGAS.






Persevera, no te detengas

La simpleza de no creer de que las cosas que les suceden a los demás, también le pueden suceder a uno dejan de ser simples y el dolor se transforma en drama y el drama se cierne como un manto oscuro casi imposible de soportar. De pronto nos cubrimos de indiferencia y con un noble gesto humanitario donamos algunas monedas para mitigar el dolor o deslucir un poco la escaza dignidad de aquellos que lo necesitan todo. Empatía. Este concepto, te enseña a sentir dolor como lo sienten los demás y a sentir la alegría como la sienten los demás. Nunca es lo mismo decir”me pongo en tu lugar”. La alegría de tener una familia con cierta sólidez en principios fundamentales tanto de carácter espiritual como sociales, hoy, se ve desmoronada y absolutamente desorientada en esos mismos principios que forjamos de manera tan unida. Nunca, habíamos experimentado el dolor, solo lo veíamos reflejado en aquellas personas que de alguna manera, eran parte de nuestro entorno. De una forma silenciosa y traicionera se hizo presente el otra lado de la vida tan desconocida para nosotros. El pilar más sólido, la columna más necesaria, la palabra más tierna se ve acallada por un misterioso mal que aqueja a unos de sus órganos vitales, el hígado. Ante un dolor tan inmenso, la familia no resistió el golpe y hemos llorado todos los caminos que quisieramos que nos llevaran a ella, a nuestra madre a verla como siempre, entre nosotros, irradiando esa voluntad de vivir de la mejor manera y por encima de su propia humanidad. Nos queda la entereza que sembró en nuestros espíritus, la fe como consecuencia de sus acciones y la creencia de que al final de todos los males, Dios nos brinda una nueva oportunidad para que aprendamos a vivir de nuevo y de la misma manera, más bien, es una oportunidad para vivir sirviendo a los demás como un ejemplo de amor al prójimo, con el ejemplo de dar siempre lo mejor de uno y nunca desfallecer. Los demás siempre necesitan más que uno. Ruego por que María Eugenia, mi esposa, se recupere y para que nosotros podamos cumplir como familia con el mandato de dar siempre al más necesitado. La fuerza que nos queda y que nos enseñó a tener en cada momento, el amor que le prodigamos cada día y la fe en Dios, más las oraciones de sus amigas y familiares, hará de este momento tan amargo, una feliz y nueva realidad. La inmensa generosidad del prójimo, nos regaló hoy lunes 30 de mayo un órgano, una maravillosa y nueva oportunidad de vida. Las palabras no son necesarias para aquella familia que pierde un ser querido, pero sepan que dentro de nuestros corazones estará vivo, por siempre, el recuerdo de ese donante y la generosidad de esa familia que hoy vive dentro de la mía propia. Gracias. Gracias. Por siempre, gracias
La vida nos golpea a todos. Es parte de este viaje que cada uno de nosotros emprende al nacer. No podemos optar por no recibir “cachetazos”, pero podemos elegir qué hacer con ellos.  Sobre una de las posibles elecciones, hoy comparto una frase de la Madre Teresa que me obliga a levantarme:

“Siempre ten presente que la piel se arruga, el pelo se vuelve blanco,
Los días se convierten en años…
Pero lo importante no cambia; tu fuerza y tu convicción no tienen edad.
Tu espíritu es el plumero de cualquier tela de araña.
Detrás de cada línea de llegada, hay una de partida.
Detrás de cada logro, hay otro desafío.
Mientras estés viva, siéntete viva.
Si extrañas lo que hacías, vuelve a hacerlo.
No vivas de fotos amarillas…
Sigue aunque todos esperen que abandones.
No dejes que se oxide el hierro que hay en ti.
Haz que en vez de lástima, te tengan respeto.
Cuando por los años no puedas correr, trota.
Cuando no puedas trotar, camina.
Cuando no puedas caminar, usa el bastón.
¡¡¡ Pero nunca te detengas !!!”

1 comentario:

  1. Cada vez que lo leo , me emociona.....que puedo decir ...solo GRACIAS

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