La supervisión. Fiscalización v/s Probidad y responsabilidad.
Una de las expresiones más recurrentes en los postulantes a
cargos públicos, ya sea concejal, alcaldes, diputados senadores y otros
similares, hacen referencias a la mejoras de las gestiones en las reparticiones
públicas, desvíos de los ítems monetarios, responsabilidades de los
funcionarios, usos de bienes públicos y/o fiscales, sean sometidos a una
fiscalización o una supervisión. Aún más, ser ellos quienes realicen esta tarea
tan digna de una persona como ellos. Como si esto fuera el remedio, la panacea,
el quiebre mental para que todos ellos, hagan lo correcto. Hagan lo que
corresponda o hagan lo necesario para lo cual fueron elegidos como nuestros
representantes. Es decir, cuidar los bienes de nuestro entorno, sin excepción.
Da que pensar, pues es un hecho palpable que, reconociendo
estas malas prácticas tan habituales en los cargos públicos, no seamos capaces
de fiscalizar a nuestro compañero. Por lo demás, el solo hecho de la
supervisión, no hará que estas prácticas, sean desechadas, pues la naturaleza
del chileno es causa de análisis social en todas las latitudes. La conducta
laboral otrora fue interpretada como una confrontación entre la civilización y
la barbarie. “El….no era un hombre cabal, podía ser ladrón o asesinar. El… era un
bruto y como tal, acostumbrado a una relación con los hombres y con la
naturaleza donde la cuestión cultura no era cosa relevante. Grosero ignorante,
pendenciero, pasional; el corvo al cinto; iluso; fácil presa de agitadores y
charlatanes; valiente o más bien temerario irracionalmente; bebedor,
desordenado, jugador, inconstante. Un Calibán. Engendro típico de español e
indio; hermético al pensamiento, refractario a la existencia cultivada. En
consecuencia, ente peligroso para la cultura y para los que en ella vivían.
Bárbaro a las puertas de Roma, indio maloquero en potencia, peruano o boliviano
contumaz, nihilista adicto a incendios y atentados; bruto movido por instintos
ciegos, materia carente de inteligencia, forma en autodestrucción. Pobres,
calibanes de inteligencia obtusa y lenguas atrofiadas, hijos de Adán degradados
o mutantes involutivos carentes de palabras, negadores de San Juan, goethianos
absolutos cuyo único recurso sería la fuerza, jamás la razón, cuyo solo
discurso sería la barroca escritura del corvo, estilete que con líneas rojas
pinta los arabescos de la muerte en la carne del adversario. Tácitamente se
deja entrever los dos mundos que nacieron de la desigualdad. Dos mundos
opuestos marcados por diversas formas de la existencia social: la ciudad y el
desierto, el orden y la anarquía, la cultura y la naturaleza, el hombre y la
bestia, el perfeccionamiento y la desidia. Dos mundos conformados por seres
descendientes de ancestro común pero ya separados por un cambio secular de
evolutivo progreso, para unos, el retroceso fatal, para otros. El… no es hombre
cabal. “(Ver pag168 libro. Los que van a morir te saludan de Eduardo
Devés)
Ante tal apreciación de la elite, solo nos queda abogar sin
dilatación del tiempo, por la cultura. La educación de calidad, es solo un paso,
un eslabón de la cadena cultural del ser humano. Los valores, el honor, el
respeto social, no solo a la persona, también a las instituciones y a nuestros
recursos naturales, a nuestro entorno, son absolutamente primordiales. ¿Quiénes
deben dar el primer paso? Las autoridades. Los honorables. Los intelectuales.
Las instituciones. Los medios escritos y los medios audiovisuales.
Probablemente sea un fastidio, pero el mayor responsable de esta situación de
falta de probidad, es sin duda, la familia. En la medida que supervisemos la
crianza de nuestros hijos, obtendremos ciudadanos responsables y honrados,
porque le deben respeto a sus padres, en sus acciones diarias, mediante las
obras y aportes en su lugar de trabajo. Finalmente, si alguien cree, que lo que
se plantea es una utopía, una ilusión, una quimera, un imposible, un delirio.
Entonces, es que no estamos haciendo lo correcto, ni lo que corresponde.
Sencillamente, estamos eludiendo nuestras responsabilidades. Las exigencias, no
son estatutarias, ni normativas, son necesidades colectivas, humanas y
progresistas.
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