jueves, 10 de noviembre de 2016

MIRADA RETROPECTIVA



La supervisión. Fiscalización v/s  Probidad y responsabilidad.

Una de las expresiones más recurrentes en los postulantes a cargos públicos, ya sea concejal, alcaldes, diputados senadores y otros similares, hacen referencias a la mejoras de las gestiones en las reparticiones públicas, desvíos de los ítems monetarios, responsabilidades de los funcionarios, usos de bienes públicos y/o fiscales, sean sometidos a una fiscalización o una supervisión. Aún más, ser ellos quienes realicen esta tarea tan digna de una persona como ellos. Como si esto fuera el remedio, la panacea, el quiebre mental para que todos ellos, hagan lo correcto. Hagan lo que corresponda o hagan lo necesario para lo cual fueron elegidos como nuestros representantes. Es decir, cuidar los bienes de nuestro entorno, sin excepción.
Da que pensar, pues es un hecho palpable que, reconociendo estas malas prácticas tan habituales en los cargos públicos, no seamos capaces de fiscalizar a nuestro compañero. Por lo demás, el solo hecho de la supervisión, no hará que estas prácticas, sean desechadas, pues la naturaleza del chileno es causa de análisis social en todas las latitudes. La conducta laboral otrora fue interpretada como una confrontación entre la civilización y la barbarie. “El….no era un hombre cabal, podía ser ladrón o asesinar. El… era un bruto y como tal, acostumbrado a una relación con los hombres y con la naturaleza donde la cuestión cultura no era cosa relevante. Grosero ignorante, pendenciero, pasional; el corvo al cinto; iluso; fácil presa de agitadores y charlatanes; valiente o más bien temerario irracionalmente; bebedor, desordenado, jugador, inconstante. Un Calibán. Engendro típico de español e indio; hermético al pensamiento, refractario a la existencia cultivada. En consecuencia, ente peligroso para la cultura y para los que en ella vivían. Bárbaro a las puertas de Roma, indio maloquero en potencia, peruano o boliviano contumaz, nihilista adicto a incendios y atentados; bruto movido por instintos ciegos, materia carente de inteligencia, forma en autodestrucción. Pobres, calibanes de inteligencia obtusa y lenguas atrofiadas, hijos de Adán degradados o mutantes involutivos carentes de palabras, negadores de San Juan, goethianos absolutos cuyo único recurso sería la fuerza, jamás la razón, cuyo solo discurso sería la barroca escritura del corvo, estilete que con líneas rojas pinta los arabescos de la muerte en la carne del adversario. Tácitamente se deja entrever los dos mundos que nacieron de la desigualdad. Dos mundos opuestos marcados por diversas formas de la existencia social: la ciudad y el desierto, el orden y la anarquía, la cultura y la naturaleza, el hombre y la bestia, el perfeccionamiento y la desidia. Dos mundos conformados por seres descendientes de ancestro común pero ya separados por un cambio secular de evolutivo progreso, para unos, el retroceso fatal, para otros. El… no es hombre cabal. “(Ver pag168 libro. Los que van a morir te saludan de Eduardo Devés)

Ante tal apreciación de la elite, solo nos queda abogar sin dilatación del tiempo, por la cultura. La educación de calidad, es solo un paso, un eslabón de la cadena cultural del ser humano. Los valores, el honor, el respeto social, no solo a la persona, también a las instituciones y a nuestros recursos naturales, a nuestro entorno, son absolutamente primordiales. ¿Quiénes deben dar el primer paso? Las autoridades. Los honorables. Los intelectuales. Las instituciones. Los medios escritos y los medios audiovisuales. Probablemente sea un fastidio, pero el mayor responsable de esta situación de falta de probidad, es sin duda, la familia. En la medida que supervisemos la crianza de nuestros hijos, obtendremos ciudadanos responsables y honrados, porque le deben respeto a sus padres, en sus acciones diarias, mediante las obras y aportes en su lugar de trabajo. Finalmente, si alguien cree, que lo que se plantea es una utopía, una ilusión, una quimera, un imposible, un delirio. Entonces, es que no estamos haciendo lo correcto, ni lo que corresponde. Sencillamente, estamos eludiendo nuestras responsabilidades. Las exigencias, no son estatutarias, ni normativas, son necesidades colectivas, humanas y progresistas.







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