miércoles, 20 de febrero de 2019

ABANDONO Y MUERTE. LA VEJEZ.

INVIERNO. El frío de las estadísticas.


El tiempo nos compromete a todos. Cambio climático. Recalentamiento planetario. La carrera por mejorar las condiciones ambientales. Son verdades absolutas. También es incuestionable el inexorable paso del tiempo por las personas. ¿Nos ponemos viejos? Si.

Pero la edad no es el mayor problema de los que vamos envejeciendo. Todo indica que la soledad, el abandono y el maltrato, son un problema cultural colectivo. Lo que se traduce en vejez y muerte.
Las estadísticas nos revelan una profunda oscuridad que no arregla la plata. Existe una ridícula idea de  que los viejos, como personas sagradas, no deberían hacer nada, sino descansar, reposar, dejar de trabajar y esperar la muerte en sus casas. Esto excede por mucho, cualquier corrección de políticas públicas.
La muerte y la vejez son temas de los que no podemos hablar y realidades que no podemos ver. Todas las políticas sociales, nuestro mercado laboral están diseñadas contra los mayores y por lo tanto, en esta etapa, se clausura la imaginación.

¿Cómo damos solución a este problema? Una reingeniería a lo humano. Dejar de lado la autoimagen de individualismo racionalista y consumista, sin espacio para los débiles. El personaje autónomo, autoedificado, es un pequeño dios, que siempre está en control con su universo hecho a la medida. Y los dioses, por pequeños que sean, no envejecen ni mueren. Quizás esta es la razón del porque existen tantos progresistas promoviendo el suicidio asistido como la gran respuesta a toda complicación. Hacer pasar como un acto pleno de voluntad lo que es realidad un acto de desesperación. Impotencia. Desazón.


Con toda seguridad las frías estadísticas aumentaran este invierno, pues los viejos se encierran en su soledad, callan sus temores y mastican sus carencias de toda clase. Sin duda alguna, los viejos, sentimos con mayor dolor la soledad y es un acto de justicia y repudio a su abandono.

Algunos datos simples nos revelan esta cruel instancia por la que pasan nuestros viejos, los que somos viejos y los que llegaran, a su tiempo, a viejos.


Solo ahora, este año 2019 José Aedo de 94 años se suicidó de un tiro, no sin antes haber dado muerte a su compañera, Blanca Sáez de 86 años.
El 2018 José Olivares de 80 años había actuado de la misma forma y dio muerte a su esposa de 89 años. En el año 2017 R. Pereira y María Godoy corrieron la misma suerte, afectados de vejez y soledad.
Según la OMS: Organización Mundial de la Salud, Chile es el país con la tasa más alta de suicidios por cada cien mil habitantes. Luego Uruguay con 14,2. Surinam con un 23,3 y Guyana con el 26,2.
Si estos datos los registramos por rango de edad, la cosa es muy diferente.
Entre los 70 y 79 años el porcentaje sube a un 15,4%
Sobre los 80 años llega al 17,7%
Entre el 2010 y el 2015 según la INE: Instituto Nacional de Estadísticas 935 adultos mayores de 70 años se quitaron la vida. Es decir 187 personas por año. Un muerto cada dos días.

El tema desde hace años está pendiente y lo más probable será, que ese drama siga igual. En conversaciones y sobre vuestro escritorio, mantendremos las manos cruzadas.






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