lunes, 19 de octubre de 2009








POR QUE LLORAMOS DE VEZ EN CUANDO

Se guardan recuerdos en fotografías muy añejas, amarillentas de tanto trajín y se guardan para después volver a recordarlas. Los recuerdos son tan frágiles y se entrelazan en nuestra mente con tantas cosas que, necesitamos de estos artilugios para ponerlos presentes. Los hijos, estando en su mayoría de edad, aún son mi preocupación de noche y de día. Un minuto de su ausencia es un verdadero puñal en mi ánimo y en mi cuerpo viejo de espanto. Los lloro cada día y me regocijo en mi egoísmo de tenerlos cerca cada día. Erróneamente pensé, que los años y las actividad laboral nos daría la paz y la tranquilidad a nuestros cuerpos cansados de querer y amar tanto. Más, así como se tienen dos manos, dos brazos, dos piernas, dos orejas , dos pulmones, dos fosas nasales, incluso dos ventrículos, dos aurículas, dedos pareados, se necesitan dos para un matrimonio y Dios me dió dos hermosas nietas que me han partido en dos el fundido corazón, Sophia e Isidora. Las lloré cuando llegaron como dos golondrinas de noviembre, las lloro ahora por sus alergias y sus amígdalas, las lloro por sus risas y analogías, las lloro por quiero y por que son las nietas mías. Son la prolongación de la familia, son la encarnación de la alegría. Podemos fruncir el seño por alguna fechoría, pero la flaca y la crespa son la luz de todos los días. Si me faltaran, las buscaría en una patria ajena, en una estrella perdida. Sé que las encontraría, por que ese aire que se impregna en la familia, esa atmósfera que te alimenta se transforma en espíritu inconfundible a la hora de los te quiero.
Lloro las emociones de la tarde y los detalles de mi gente. Lloro las desgracias y los aciertos, por que estoy seguro que las lágrimas lavan el cuerpo.

Hoy recibí un saludo que quebró despues de tantos años, el vaso cristalino de mis ojos. Algo sorprendente, emocionante y no menos inesperado. Después de 34 años de ausencia, cuatro líneas quebraron mi resistencia. Desde Canada, Ricardo Lártiga Muñoz, ha escarbado en mis recuerdos, y sus palabras me han vuelto a limpiar el cuerpo. Por eso, de vez en cuando lloro, por que cada uno de nosotros tiene guardado un te quiero, como un gran tesoro. Para disfrutarlo cuando más lo necesitas. A veces me pregunto, ¿Por qué lloramos algunas veces? Esta, es la respuesta.

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