sábado, 7 de septiembre de 2013

UN ANHELO DE TODOS








 







Una asamblea o congreso constituyente es un organismo colegiado que tiene como función redactar la nueva constitución, dotado para ello de plenos poderes o poder constituyente al que deben someterse todas las instituciones públicas. Se suele definir, por algunos textos de ciencias políticas y sociales como la "reunión de personas, que simbolizan el pueblo ejerciendo su autoridad de mandatario, que tienen a su cargo ejercer la facultad de legislar, para editar una nueva ley fundamental y las nuevas líneas de la organización de un Estado, que modificarán los prototipos ya existentes". En este entendido, la asamblea constituyente se constituye en un mecanismo popular y democrático, para la configuración de un nuevo modelo de legislación constitucional y de organización del Estado.
No se trata de generar enmiendas constitucionales propias de las funciones de los parlamentos, sino de transformaciones radicales, orientadas al cambio de sus estructuras básicas. Fuente; Wikipedia.




¿Por qué asamblea constituyente?


Muchos piden asamblea constituyente y muchos deben saber en que consiste una asamblea constituyente y, cuales son las implicaciones para el resto de los ciudadanos. Qué cambiará esta situación, está por debatirse. Pues las necesidades políticas son tremendamente importantes y las necesidades sociales están carentes en esta constitución, por lo tanto, esta petición constituye básicamente en cambiar la Constitución Política del Estado de Chile que hoy nos rige.
Los que piden asamblea, deben estar considerando el como realizar dicho evento y de como educar al pueblo para que esta, no se convierta en una actividad social donde una serie de improvisados puestos de venta de cachivaches y comida rápida se tomen las calles, mientras unos pocos cumplen con el deber cívico implícito de la demanda ciudadana. No basta con realizar algunos cambios para dejar conforme a todos.
Son muchas las demandas que deberían reformularse y ciertamente, estas demandas no serán de plena compatibilidad entre ciudadanos y legisladores, pues estarán reguladas para evitar el libertinaje y el resguardo de los intereses comunes como país y también los personales. ¿Quiénes estarán conformando este grupo selecto de legisladores? ¿Quiénes elegirán a estos personeros letrados? ¿Los honorables permitirán el cese de sus funciones en el Congreso con la consiguiente incertidumbre? ¿Este tiempo o estado de inestabilidad, de seis meses a lo menos, lo soportaremos?
Debemos considerar que la Constitución, no contempla bajo ninguna condición o situación, realizar una asamblea constituyente. Por lo tanto, vamos en contra de nuestra constitución y también en contra de nuestros predicamentos políticos y sociales, toda vez que protestamos, lo hacemos por que no se respetan nuestros derechos constitucionales.
Es probable que muchas cosas sucedan en el transcurso de una hipotética «asamblea constituyente». Habrán personas disidentes y con justa razón. Por otro lado, los que estén a favor de los cambios harán sentir sus gritos de júbilo. Será este escenario ¿Una situación de inestabilidad social? ¿Un desorden o caos callejero? ¿Seremos capaces de callarnos cuando no hay nada que decir? Y en el posterior plebiscito ¿Concurriremos «todos», sin excepción, al evento que nos permitirá aceptar el condenarnos o liberarnos del gran peso que hoy nos aqueja?
Sin lugar a dudas, este es un gran tema y los presidenciables manejan este tema a conveniencias electorales, a sabiendas que existe un gran riesgo el asumirla. Sin embargo, es menester un cambio a la Constitución en aquellas cuestiones que nos dejaron de brazos cruzados y en la indefensión por personeros de la dictadura. Todos quisiéramos una Constitución «a la medida», pero sabido es, que no podemos darle el gusto a todos. ¿Entonces?
La tarea y la absoluta responsabilidad, estará determinada no por el grupo de personas encargadas de redactar una nueva Constitución y las reformas o alcances a los puntos que sean necesarios. Más bien la compromiso más serio, recaerá en nosotros, en la comunidad, en la sociedad, en el país y, en este caso no tendremos, como dice el refrán, «derecho a pataleo». Podemos hacer historia, en la medida de pensar bien las cosas, ser razonables y consecuentes. Por mi parte, soy un legítimo partidario de los cambios y así lo he dispuesto cada vez que puedo y tengo la oportunidad de estampar mi opinión. Pero estoy consciente de las limitaciones del pueblo, pues no hemos logrado consenso en pequeños esfuerzos, en gestiones locales, en intereses comunes, en trabajar en pos de un solo objetivo, de un sola meta como el de la comuna para Lontué, por ejemplo. ¿Lo haremos entonces por el prójimo o por el país donde el abanico de opiniones es millones de veces distinta a la nuestra? ¿Entonces cual es la pregunta? Por que lo concreto es, si seremos capaces de asumir con mentalidad cívica una asamblea constituyente que cambiará la historia de nuestro país, para bien o para mal.
La dictadura, pensada por el fundador de la UDI, el cerebro maquiavelo de Jaime Guzmán, fue capaz de pensar incluso en liberar de cargos de violación a los derechos humanos que se cometerían por esta acción de militares en la Constitución redactada con fines determinados y polarizados en terminar con el pensamiento revolucionario. Una asamblea constituyente es necesaria para terminar de una vez, esta forma de dictadura en el papel y que todavía nos tiene sometidos. Por la memoria de tantos caídos, desaprecidos y torturados...¡Si a la Asamblea Constituyente del pueblo!

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