jueves, 19 de marzo de 2015

IN MEMORIAM



REFLEXIONES



Para Pedro Lemebel



Cuando lean este artículo, habrán pasado meses y ciertamente, muchos comentarios relacionados con este tema en los distintos medios escritos. Probablemente mencionen su obra literaria, su condición sexual, su definición política, su enfermedad, su legado valiente, rebelde y provocador en cada una de sus perfomances. Pero sin duda alguna, algo le debemos, a través del tiempo, al escritor chileno.




Discriminación. Segregación. Ignorancia. Marginación. Clasistas. Son términos que aparecen cuando se mencionan ciertos personajes relacionados con las letras en el ámbito de la difusión y desarrollo de la cultura en nuestro país.
Ciertos hilos manejados por personajes oscuros y obtusos nos privan de los pensamientos vanguardistas y divergentes, aceptados, reconocidos y aplaudidos en otras latitudes pero, de cierto modo cuestionados y postergados en nuestro medio, tan lleno de palabras de apertura cultural. El caso se repite una y otra vez sin postergación y de forma irremediable. Viven con un miedo terrible a reconocer y aceptar lo diferente. En cambio, otros nos abren la mente, los ojos y los brazos para ver, internalizar y abrazar lo nuestro. Tenemos años de retraso hacia la apertura de pensamiento en comparación a países, nación y continente. Mientras Europa utiliza tecnología “led” de alto rendimiento, bajo indice calórico, energía limpia y económica. Nosotros, recurrimos a la vela. El cirio encendido de forma permanente que nos alumbra poco, que ensucia el ambiente, que consume mayor cantidad de oxígeno y que se necesitan un montón de animales para captar su grasa o sebo, por decir lo menos es obsoleta su presencia. Valga la analogía para representar las diferencias y el atraso literario en el cual vivimos o que nos hacen vivir a costa de sacrificar el pensamiento, la apertura y la diversidad. Nuestra rancia capacidad de reconocer el talento que otros reverencian con placer en foros internacionales, charlas y conferencias en universidades, muestras de arte en salas de museos, tesoros bibliotecarios. Premios internacionales nos tiene limitados ante nuestros propios ojos. Esta nublada apuesta de la élite criolla literaria, repite su pecado ancestral, como lo hizo con la figura de Gabriela Mistral. Repudiada. Burocratizada. Postergada. Minimizada y maltratada hasta a el artasgo en nuestro territorio. Tanto así que vivió fuera del territorio por que no encontró la convivencia en su patria. Alabada, reconocida y premiada en el destierro. Eso no quiere decir que haya querido su patria, si no que su patria no le entregó el amor necesario para residir en su tierra.
Neruda, perseguido por sus ideales y su propuesta literaria acusadora y denunciante, alcanzó en otras tierras lo que aquí, se le negó. Podríamos nombrar otros casos en el ámbito de la economía, la ciencia, la pintura y la escultura con idénticos resultados. Hoy se repite la historia como si fuera un rezo, siendo el único recurso para limitarnos y esclavizarnos en la ceguera. Lloramos nuestros muertos por que no aprendimos a quererlos en vida. Premiamos a nuestros personajes idos para pagar una deuda. Tardamos en reconocer las evidencias que otros veneran. Somos lentos, tardos y perezosos. País de poetas ocultos en la pobreza, la bohemia, en la docencia y en los barriales periféricos. Pedro Lemebel, estuvo en una nómina al Premio Nacional de Literatura. No lo obtuvo. Tampoco obtuvo el Premio Altazor, siendo nominado cinco o seis veces por sus propios pares. Millones leían a Lemebel, menos en nuestros colegios como lo mencioné en artículos anteriores.(Premio Nacional de Literatura). Su carrera es inmensamente reconocida en el exterior. Transgresor. Irreverente. Valiente. Rebelde. Contestatario. Diferente. Falleció el 23 de Enero de 2015 a los 62 años, aquejado de un cáncer de laringe que lo dejó sin voz. Pero no crean ni por un segundo, que su voz se perderá en el concierto de las letras. Al igual que la Mistral y Neruda, Pedro Lemebel dejará su estela luminosa de; Tengo miedo torero. Háblame de amores. La esquina luminosa. De perlas y cicatrices, para aclarar el pensamiento e iluminar el cuarto oscuro donde residen las autoridades. Seguirá corriendo desbocada, como una reina inolvidable, como yegua del apocalipsis, mordiendo y removiendo el suelo con sus cascos dorados, de esta tierra tan dormida en recoger los frutos que su gente le brinda.




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