jueves, 19 de marzo de 2015

PARA QUE NO MUERA



VIDA DE LA POESÍA





Luis Muñoz C
Considerando la sección “EL RINCÓN DE LOS POETAS” del diario“EL DESPERTAR DE LONTUÉ”, me viene a la memoria las artes, mañas, alternativas o procedimientos a las que recurrían los poetas hace años atrás, para entregar su tabajo de noches oscuras, de vida bohemia, pobreza, privaciones y humillaciones debido a la escritura de versos de todas clases. Si bien es cierto, decimos que Chile es un país de poetas, solo algunos han disfrutado del reconocimiento de su trabajo. Por lo mismo, quisiera rendir un sincero homenaje a todos aquellos poetas que tienen la valentía de exponer su trabajo por medio de estas páginas, sabiendo que, pobrablemente no cambiaremos nada, mucho menos al mundo con nuestra palabra. Y sin embargo, ahí estamos de forma permanente, quitandole tiempo al cuerpo para alimentar el alma.


Dicen que en Chile, escribir poesía, es un autentico desperdicio del cerebro. Los países serios dejan que se dediquen a escribir poemas los ilusos, los borrachos o los dandis, que no tienen nada mejor que hacer. La poesía en Chile, es un arte de clase media y que puede ser la llave de muchas otras puertas y así lo comprobaron muchos de nuestros loables e insignes poetas. Hay generaciones completas de grandes poetas en los cinco continentes. Esta, podría ser nuestra propuesta local al desarrollo de la cultura literaria en reconocer en ellos, los poetas, una entrega de su arte y expresión limado con la sensibilidad y la pureza de su corazón.

La poesía ha sido en Chile una forma de milagro, pero también una forma de suicidio. Muchos de los escritores, pasaron al olvido y también sus letras y versos. Pero es verdad que siempre hay alguien que recuerda ese poeta, ese escritor, ese novelista, ese cuentista que en un momento determinado fue parte de su ilusión y que de alguna forma extraña, es parte de la edificación con la que se construye el cuerpo, el alma y ser.

Muchos poetas aprendieron amargamente que en Chile, el poeta que no solo escribe versos, que escribe también novelas, cuentos, ensayos es mirado con desconfianza. Chile no quiere escritores sino poetas, poetas que vivan de la poesía, de esa que resulta para todos lógico que se reparta gratis en las estaciones de trenes, que se lea en los homenajes, que se bombardee desde las alturas, que esté en todas partes y en ninguna. Nuestro diario, y disculpen el atrevimiento por su apropiamiento, nos regala periodicamente en el RINCÓN DE LOS POETAS, una parte de estos personajes y tal vez la parte más querida, para alimento diario y cultivo de nuestra expresión más sincera. La palabra.

Es quizás también el secreto de por qué la anónima Lucila Godoy Alcayaga y el anónimo Neftalí Reyes escogieron la poesía para desembarcar en Santiago. Son los consagrados, son los innegables, pero tengo suficiente memoria para saber que no siempre fue así. Los poetas de regiones sucumben en las faenas diarias, en las caminatas nocturnas hasta su casa, en la interminable distancia de su tierra con la capital, en su traje semanal y su perenne aroma provinciano. Sucumben en los cientos de intentos de darse contra las puertas de la negación capitalina, negandole la vida a la poesía y a los poetas.

Con otros jugadores, con otras reglas, el juego sigue. La poesía muere en cada entierro de un poeta que muere sin isapre, sin amigos, o con demasiados amigos que no saben que hacer frente a la indiferencia de los que piensan en todas las cosas útiles a las que podría haber dedicado su tiempo de moribundo en vez de quitarle versos al abismo. Pero es así como sobreviven los poetas, en las letras de un libro, en los rayados de un muro, en los versos y en las cartas secretas de los enamorados, en los comentarios de los que creía eran sus amigos. En las páginas de un diario provinciano esperando que florescan sus versos, sin llegar a ser eternos. De esta forma, el diario cumple una tarea muy significativa para la comunidad, un reto permanente para el poeta, una luz distinta en esta oscuridad política y social y, por ende, es un aliciente, una injección anímica en la productividad intelectual de sus poetas.

De alguna manera, la poesía siempre inesperada, siempre esperable, resucita. Hoy está al alcance de tu mano el que respires junto a ella, el que no olvides su presencia, el que no pierdas su voz y su letra. Quizás de una manera insospechada te conviertas en el dador de vida de los poetas y dador de vida a la poesía. El Rincón de los Poetas, un verdadero acierto de la literatura que se siembra a la vera de la futura Comuna de Lontué.


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