viernes, 17 de noviembre de 2017

MIEMBRO NATURAL DE LA TIERRA


Luis Muñoz preparando sus aparejos para perderse en el rio.
Desvanecerse
Como una forma de decir lo que deseamos cuando queremos estar solos y escapar de aquellas  actividades que nos mantienen acelerados la mayor parte de nuestro tiempo. Desvanecerse para vivir a fondo el entorno. Dejar horarios y rutinas de oficinas citadinas.

Cada cierto tiempo, la mayoría de las personas busca motivos para salir, desconectarse de las actividades que constituyen nuestra rutina. Nuestras energías aparentemente se renuevan con un periodo de descanso y mejor aún, un periodo de vacaciones. Pero, ¿son todas las vacaciones un periodo de descanso?

compartir; o como partir a la naturaleza
El verano constituye la estación donde más se mueve la gente en busca del esparcimiento, del descanso o más simple, relajarse. La vestimenta liviana, la flexibilidad de los horarios, las comidas pausadas y la música sin contenido son los referentes de este alejamiento del trabajo, principalmente.
Sin embargo, una caminata con la infaltable mochila, hace maravillas en nuestro espíritu a la hora de olvidar la ciudad asfaltada y sus vidrieras refractantes. Una pausa bajo un árbol, o beber desde una vertiente fresca, una distendida conversación son placeres que no todos disfrutan. Una puesta de sol es tan bella en la playa como un atardecer en la montaña. Un amanecer con el canto de los pájaros invisibles entre el verde follaje, o la extensión de los trigales maduros que se mecen con la brisa salina, no tiene comparación. Dormirse cansado, no es lo mismo que agotado, tedioso, aburrido o lateado. No es lo mismo la comodidad de una cabaña ante la posibilidad de una carpa en medio de un bosque con el concierto de una río permanente. No es lo mismo desvanecerse en la naturaleza, empaparse  de ella con todas sus extensas primitivas bondades.
Lo que es esencial en la ciudad, no tiene ninguna relevancia a la hora invertir nuestro tiempo donde quieras que estés dispuesto. Y nuestro tiempo no es verano o estación determinada. Nuestro tiempo es cuando somos capaces de camuflarnos en el paisaje, evadirse, desvanecernos en su majestuosidad. El llenarnos los ojos de colores y sentir, percibir todos esos estímulos a flor de piel, que  se abran nuestros sentidos. Más allá de que en muchos casos la felicidad o nuestro nivel de tranquilidad, paz y empatía son el resultado de nuestras experiencias y nuestra capacidad de procesarlas y orientarlas hacia un fin deseado. Pues eso es compartir, ser un poco parte de ello. Entender nuestro papel ecológico. De lo que tenemos y no arrebatar sus dones, pues siempre hay alguien que está precisamente, pensando en compartir, desvanecerse en la naturaleza y recuperar su identidad de miembro natural de la tierra.
Compartir, disfrutar y dar un mutuo afecto por lo que nos rodea, nos hace parte de ello, existe un entendimiento entre las partes de nuestro organismo y los elementos de la naturaleza. La expansión de nuestros sentidos aflora por los olores, los colores, las formas y la ausencia de los ruidos tecnológicos y ello, nos proveería de experiencias de conexión humana más nítidas y vívidas. Conectados e interactuados podríamos literalmente, sentir lo que una persona siente, experimentaríamos otras formas de intercambio de información emocional. Aquel deseo ferviente y siempre escurridizo de una pareja enamorada, de sentir lo que su amante siente cuando la mira, o incluso, de ser una sola persona, podría ser una frecuente realidad. La conciencia podría tal vez sobrevivir de manera incorpórea.


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