LAS COSAS, LAMENTABLEMENTE, ¡¡ SON ASÍ!!
La conciencia de algunas personas, para nada se agita o se
conmueve, muy por el contrario, quedan impasibles. Sean estos comerciantes,
empresarios políticos, sacerdotes, militares y gobernantes. Si hay algún grupo
que se escapa, al término de la lectura agréguese.
La conciencia no nos molesta por una mala práctica y tampoco
fomentamos el análisis de aquellos actos ejercidos a plena conciencia y
visiblemente pública, en favor de crear, usar, aprovechar, dar buen uso y
racionalizar aquellos recursos naturales, artificiales, monetarios, influencias
administrativas, laborales, eclesiásticos y castrenses en todas las áreas
sociales de nuestro territorio. Aparentemente actuamos casi por instinto.
La conciencia nos golpea a diario y nos remueve el
pensamiento. Aparecen las críticas, los comentarios, los análisis y las
comparaciones debido al actuar de personeros e instituciones respecto de los
recursos que les son destinadas o administradas con buenas prácticas, en
beneficio de los demás o la institución a la cual representan. Nuestra
conciencia se debilita por el análisis de aquellas “costumbres” que nos
remueven los principios y de nuestra capacidad de discernir entre lo
humanamente bueno y lo definitivamente malo. Entre lo sano y lo enfermo. Entre
lo impoluto y lo corrupto. Entre lo fiable y lo inmoral. Entre el beneficio
personal mediante el usufructo y el perjuicio colectivo. Entre lo correcto y lo
moralmente incorrecto.
Ya
no basta con rezar o temer a Dios. Tengo miedo de mí mismo.
Cierto es. Indesmentible es que, muchos creen tener su
propia verdad y una conciencia bastante estimulada en asumir conductas
derechamente repudiadas por generaciones anteriores y que hoy, las
reivindicaciones ante los demás las muestran como si fuera correcto. Presentan
documentos, firmas, contratos y una serie de cosas que parecen legales, pero no
lo son. Queda en el aire un patrón para los demás…. ¿Por qué no? ¡¡ Sí ellos también
lo hacen!!
Al parecer solo basta un proceder incorrecto, impune, para
que se haga factible para otros. Lo que antes era motivo de escándalo, pecado,
delito, fechoría, robo, hurto, estafa, malversación, desfalco, falsificación,
desobediencia, contravención, falta, hoy día, se considera correcto y no solo
por algunos, más bien esto se está transformando en una situación colectiva.
Cada vez, nos sorprendemos más. Tal vez exagero, pero muchas faltas a la
probidad se han establecido y descansan en la impunidad y con el beneficio de
sus instituciones. Por otro lado y en respuesta a su falta conciencia, es
recluido con todas sus garantías domésticas, sociales y técnicas en lugares
abiertamente discordantes con las personas con delitos dimensionalmente menores,
que se revuelcan en la inmundicia, sufren hacinamiento, hambre, siendo víctimas
de apremios constantes, agresiones y violaciones, incluso casos que llegan hasta
la muerte.
Podemos gritar, marchar y protestar pero hay….. conciencias cerradas.
Algo no funciona cuando las altas esferas administrativas
fallan en el uso de la conciencia capacitada. Cuando la razón falla ante la
avaricia y la soberbia. La debilidad nos estremece ante el orgullo de la
riqueza. Los que hacían votos de pobreza y humildad, se visten de forma
suntuosa y los manjares desfilan en sus mesas. Mientras inclinan su frente a
sus altares que refulgen ataviados de riquezas. Los que juran protección al
desvalido, se han apropiado de sus almas. La soberanía y el sacrificio tienen
un valor monetario cuyos números van más
allá de nuestra capacidad de cálculo matemático. Los que dispensan comodidad y
beneficio a las familias, nos enredan con convenios de tarjetas hasta
desangrarnos económicamente.
Tan alta es la inconsciencia de políticos, curas, militares y
gobernantes que se han enriquecido a costa de sumir en la pobreza a sus fieles
correligionarios, fieles eclesiásticos, fieles servidores de la patria y, estos
mismos servidores tan entregados a sus superiores, adoptan por costumbre su
pobreza y su capacidad de revelarse ante la injusticia y la pérdida de sus
derechos elementales. Asumen, creen, saben, quieren, aceptan, validan que sus
superiores los aplasten.
Las cosas lamentablemente ¡¡Son así!! Y con este
predicamento se actúa en consecuencia ¡¡Si ellos pueden!! ¡¡ Yo también!!
La conciencia es estimulada en todos los seres humanos y nos
habilita para actuar en razón de ella. Sin embargo, ante la impunidad nos vemos
en una horrible y colectiva actitud de hacer lo mismo que los otros. Ver lo detestable
y odioso, como algo aceptable y provechoso sin importarme los demás. La poca
conciencia o la falta de conciencia, es hoy, un parámetro de conducta social.
De acuerdo con esto, más que una esperanza en el progreso, debemos adquirir
conciencia en el desastre que nos espera a futuro.
Las fuerzas de la inconsciencias se harán presentes en
aquellos conglomerados e instituciones que sienta un amor genuino por el
orgullo de la riqueza. El poder es sustancioso. El temor es benevolente. El
abuso es consecuente. Nada está por suceder, porque nos estamos dando cuenta,
que todo ya está sucediendo.
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