HOY

Durmiendo con los elefantes es la temática de hoy. Desde que tenemos más restricción en nuestra movilidad social, los asaltos, robos, encerronas, muertes por violencia armada se han incrementado mucho más allá de las estadísticas. Esto nos tiene al borde del colapso institucional. Ya sea por la incapacidad de nuevas políticas de protección a la ciudadanía desde el gobierno central o del interior de las fuerzas encargadas del orden y la seguridad de las personas. El mismo poder judicial es cuestionado por la aplicación de las penas o por la ineficiencia en la aplicación de las leyes o simplemente por que las leyes no están a la altura de los tiempos actuales. También el poder legislativo tiene responsabilidad en el aumento de de la delincuencia, la cual no es un mero detalle de narcotraficantes en las poblaciones, con su poder de armamento, es también un problema profundo de cultura de aceptabilidad de las cosas o de los acontecimientos. Una asimilación de vivir con estos lastres sociales. Un acomodarse, un pensar que no estas libre de todo, que lo malo, dramático y mortal, te puede suceder. Tal es el aumento de la delincuencia, que vemos con parsimonia sus transacciones, sus grandes cantidades de dinero en efectivo, sus levantamientos de fortalezas domiciliarias, sus adquisiciones de inmobiliarias, caballares, automóviles de alto costo y nadie, aparentemente lo ve. ¿Cuales son las razones por las cuales se ha proyectado a todo nivel la delincuencia y con ello la falta del valor a la vida y el valor de las cosas por lo que siempre hay que tener más, sin siquiera tener vida para gastarlo y vivirlo para disfrutarlo?
¿Acaso tenemos una cultura social que nos impide visualizar el progreso colectivo, que nos impide manifestarnos contra aquellos que propician constantemente la inestabilidad, que nos limita nuestra propuesta de rechazo, que nos impide enfrentarnos y rechazar con toda nuestra fuerza tales males?
Tengo la impresión que todos estos acontecimientos son sucesos ya acaecidos en otros países de américa y también fuera de del Continente. Pienso que como todas las cosas, para nosotros, solo es cosa de esperar que lo que sucede en otras latitudes, para en unos años más tarde, lo copiemos sin vacilar. Se menciona que estamos atrasados unos cincuenta años con respecto al viejo mundo, pero hoy, gracias a las redes sociales, a la globalización, el internet, la comunicación satelital, todo es más rápido y efectivo. En esto hemos progresado, en el uso de herramientas y tecnología a nuestro servicio y vicio personal, sin embargo uno de nuestros lóbulos cerebrales no está captando las señales de la evolución del pensamiento. ¿O será que la teoría darwiniana, implica solo el cambio físico, morfológico y no el cambio psíquico, intelectual tan esperado por aquellos que estamos a más de mil años distantes de los tiempos de las cavernas?
Un mirada profunda a las quejas de la marea
que se destroza contra la roca justiciera
me deja desolado por su desmembrado
llanto salino que se eleva al cielo
que vive asustado el fin de los dioses.
Deshago mis trapos hipócritas
y me reviento contra las aguas
creyendo lavar mi soberbia tan arraigada.
La piel se vuele azulosa y mi boca llena de espuma
muere callada, ahogada por la falta de inocencia y dulzura.
En el fondo la mirada a los arrecifes
parece la salvación a mi cuerpo desclavado
de las púas de las frías aguas.
La desnudez me avergüenza
y la arena se vuelve mi vestimenta
entonces me confundo como la siniestra imagen
del hombre que maneja los hilos de la urbe y su pereza.
Entre los disparos del cielo y los truenos del agua
no diferencio quien me apuñala por la espalda.
No giro la cabeza, solo tengo una meta, confundirme con los profetas.
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