lunes, 27 de julio de 2020

TAN NATURAL COMO EL TIEMPO











LUIS MUÑOZ CONTRERAS

Otra vez el aventar de las semillas. Otra vez el agitar arterial para dar paso a los quejidos por los muertos. Como si no fueran capaces de quedarse quietos. Se escurren por entre las páginas de un libro o se pegan a los muros, esquivando las manos de pintura. ¿Como desprenderse del tiempo, si en esta vida no lo tenemos?


EN DOS TIEMPOS
 

La juventud,
época afortunada y, sin embargo
es mejor patrimonio de la edad la sabiduría,
para apreciar lo que queda;
el vino, la riqueza de los recuerdos
y el esplendor de las estaciones.
Se aprende a odiar las lealtades de sangre
y la humillación que expone los ojos
de príncipes muertos.

El ritmo lento de la vida comprime el tiempo
que muestra la misma pereza
que una tarde de domingo.
La tradición tiene más importancia que el progreso, 
donde las costumbres conformaban las leyes
y los viejos amores son alimentados tan asiduamente
como los antiguos estandartes.

Se sacude la violencia de entre los dientes
Besando de mí pueblo su frente
y en el crepúsculo de los sonetos muertos
se alzan parras y huertos.
La vejez, entre los escombros de huesos
se sienta con sus canas al aire
en una charla de silencio y ventanales proscritos.
Se duermen las estaciones, los limoneros y el viento.
Yace mi pueblo como si fuera un viejo esperando 
el tañer de campanas con trizaduras de España.

La muerte con su guadaña espera recogernos
con los años deformando los tarsos y las articulaciones.

¿Para que la juventud rebelde, 
para que la vejez que nos envuelve, 
para que una vida si quedamos inertes?







Son las imágenes, son las sombras, son las palabras, son las brisas frescas las que mueven esta instancia tan serena y callada. Son las muertes arbóreas las que dejan un silencio y un espacio. Son los cursos de aguas que se pierden o desvían los que nos dejan sin nada. Es la muerte de las luciérnagas quienes apagan nuestra virtud de olvidar. En las sombras y abrazados a nuestros miedos, compartimos nuestra destemplanza.




 IMAGEN


Fue un rayo encendido
que atravesó la hojarasca boscosa.
Se detuvo la naturaleza
y, se enfrentaron las miradas
sorprendidas, asustadas.

Flameo su pelaje
como flequillos bajo sus costillas y,
presintiendo la venia de mi cuerpo,
se escabulle entre el bosque y sus astillas.

Recordé el cervatillo en el humedal del río,
el aguilucho en el risco seco y mis ojos rendidos
ante la magia natural que se presentía,
tembló mi cuerpo sorprendido.

Crecí entre las vides, los sauces,
los litres y los quillayes.
Entre la tosca y trigo maduro.
Entre la roca negra y el Mataquito.

Soy parte de la fuente que derrama el estío
y como imagen serena y perpetua
descasan mis sueños abrazados a la tierra
y lavo mi letargo en su mismo río.

Perceptivo, ermitaño.
Reconozco el silencio entre las estrellas
Me entrego callado solo a ella

y al frío de tu ausencia año por año.

Soy naturaleza muerta
al dejar de comprender el ciervo,
el río, la coilera y zorro rojo.
Imagen que nos afecta.

Cada día menos queda.






Así, mirando el tiempo como se acumula en los cerros, desgrano mis años entre la arena  y los nietos. Quizás, las mareas más quietas adornen de festivas ilusiones a quienes e dedicado mis pasos entre la hierba verde y las aguas tiernas.














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