que no son país;
de patrias y patrias
que tuve y perdí;
de las criaturas
que yo vi morir;
de lo que era mío
y se fue de mí.
Las voces resuenan en todos los medios
de comunicación, como una extensión del llamado de las autoridades a que la
población, atienda el desesperado llamado a la unidad tan necesaria para salir
de los efectos devastadores de la pandemia y que, como consecuencia de ello,
estamos sufriendo los estragos económicos por la cesantía, las cuarentenas, el
toque de queda y ciertas restricciones a la movilidad de la población que busca
su sustento de forma diaria o que viven el día a día.
Tal vez suene un poco folclórico los
siguientes ejemplos de unidad o solidaridad, o de apoyo incondicional, que de
alguna manera hemos apelado cuando hablamos de unidad nacional.
A partir de un pasado errático y un
futuro revuelto y, con la cultura democrática en retroceso, se crearon
conceptos y símbolos de unidad como el juramento a la bandera o el anexo de una
estrofa al himno nacional y los currículos de historia. Todos hubiéramos
esperado una cultura democrática más fuerte y aceptada después de una dictadura
tan atroz, donde los lideres intelectuales no valoraron lo suficiente este
fenómeno cultural. El concepto de nación se asoció a un nacionalismo autoritario
o al interés de esconder los conflictos de una unidad mentirosa. En todo caso
el Estado colonial, nunca ha sido muy amable con los cambios sociales. Se daba
por sentado la existencia de una élite pensante, privilegiada y el resto, todos
ignorantes y brutos dedicados a la pala y el azadón.
Soy yo que abrazo toda la superficie dulce,
la cintura florida de mi patria
la cintura florida de mi patria
y te llamo para que hablemos
cuando se apague la alegría
y entregarte esta hora
y entregarte esta hora
como una flor cerrada.
Feliz año nuevo para mi patria en tinieblas.
Feliz año nuevo para mi patria en tinieblas.
La dictadura corto los lazos y la
estrechez social desde la raíz y se apostó al libre mercado. En estos términos,
cualquier intento por unir a los ciudadanos bajo símbolos estructurales y
bienes sociales, también fueron mentirosos. El amor a la patria tan plasmado en
los versos de Neruda, Zurita y la Mistral, se transforman en fantasmas y el
concepto de República, no significa unidad, más bien es un término altruista,
soñador, ilusorio, ficticio, pero no, movilizador.
Si queremos la unidad nacional bajo las
palabras de quienes no son parte de una verdad dolorosa, si queremos la paz
social, tendremos que cambiar imperativamente, este modelo capitalista salvaje
que nos aprisiona hasta la asfixia.
En estos tiempos de dolor y hambre,
incertidumbre y angustia hay que cultivar el miedo y la culpa. Esto nos hace
incierto y la duda, la reflexión, nos obliga a dialogar, a escuchar y aceptar
cambios. Es absolutamente injusto para la sociedad, para la gran masa que sufre
y muere, que los líderes de regímenes criminales, puedan ser vistos en espacios
públicos como héroes. Es injusto que la institucionalidad sea manejada de forma
perversa y represora, que no se verticalice en derechos sustantivos a los más
necesitados. Se ha perdido por completo el respeto a la institucionalidad.
Es cierto que la juventud cree que su
propia moralidad es lo determina la legitimidad de un ejercicio de autoridad,
pero también es cierto, que los cambios tienen que prevalecer por sobre los
intereses de conglomerados económicos y satisfacer las necesidades de la gran
mayoría, es imprescindible ser escuchados para lograr unidad, para fortalecer nexos
estrechos entre los que proponen y los que otorgan. La unidad es nuestro gran
baluarte para ostentar un pendón de progreso y desarrollo.
los desiertos, las cordilleras, los
bosques de más al sur, los glaciares y
todas las aguas que se abren tocándose
Para que tú las veas se abren
Sólo para que tú lo escuches Chile se
levanta.
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