domingo, 15 de septiembre de 2024

TRES ABRAZOS A MI PUEBLO


 

 

ESE LUGAR


Ese suave y delgado suspiro

del calor terrenal

que te hace seguir creciendo.

O esa sosegada oscuridad de atardecer

entre parrones nostálgicos.

En esa mirada turbia de los viejos

porque los ladrillos de las industrias

se le están yendo.

Ver en ese lugar,

como los pájaros migran

aún en extraños tiempos.

O esa risa de carnavales

que se desparramó por el asfalto

echo cientos de brazos poblacionales.

Solitarios y muchas veces disfrazado

de puntos cardinales,

los edificios ancestrales son

anclados en la mitad del cuerpo.

En ese lugar.

Dime si la frescura de la madrugada

no es igual a la sonrisa de la aurora.

O si la tarde no baila en la falda de la moza

que flamea como guirnalda de septiembre

en el verdes de los prados.

En ese lugar.

Acaso no te duermes con la certeza

de que mañana recibirás los mismos besos

claros del sol al medio día

y la misma luna,

te bañará de dulzura celeste

cuando asoma entre los árboles,

la iglesia y tu casa.

En ese lugar,

dime si las palabras y los recuerdos

no desnudan tus pies en la alfombra quieta

de un canal de azul sereno.

O si esos pasajes de blanco y negro

no te guardan secretos viejos o,

si ese lugar se pierde

entre los juguetes de tus nietos.

Ese lugar

que nos llena el alma de sollozos secos y

que sin nombrarlo se pinta de colores

y nos hace eternos,

por que se nos niega el olvidarlo.




ECOS DE UN RECUERDO



Casi un extraño fui entre tus casas y avenidas

las flores sin aromas, mustias y encadenadas

mojaban sus pies en un tiesto de malas aguas.

El tronco, el del corazón y la flecha, ya no estaba,


Fui preguntando a los viejos muros

que cobijaron tu espalda asombrada

que fue de tu sombra, de tu sonrisa

de tus carnavales de vinos y orujos.


Todos dijeron que los adelantos te llevaron

por otros caminos, otros senderos

en busca de tierra firme, como perdidos veleros

sin banderas, por aguas inquietas, te llevaron.


Nacieron los villorrios y los techos cubrieron el cielo

que antes eran de pájaros y de cometas

ahora son oscuros, de tinieblas densas

con inciertas lluvias, de certeras tormentas.


El frio no es de invierno, esta en las miradas perdidas

de los bicicleteros que corrían a la fabrica

en solitarios andenes, en los tragos amargos

de recordarte como la novia de noviembre.


Escucho voces en las grietas del poblado

¿serán los muertos viñedos ventilando sus quejas?

Ya no importan las ilusiones, tampoco del diario, las letras.

Voy a beber el canto de una botella descorchada


para dejar de mirar como te alejas

como se desvanecen la figuras

de las reconocidas virtudes

que dieron nombre al lugar de mi estancia.

En aquellas tierras bajas

donde nacieron las tinajas

y los viejos sonrieron ebrios

de sol, de campanas y de tiempo.


Donde los rieles se volvieron esqueletos

y en corrales guardamos el moho de nuestro cuerpo.

Besando los manzanares descubrimos el cielo

y en los silos plateados, las semillas del pueblo.


Donde damas copleras hicieron

bailar las vihuelas junto a chilenazos

de voces tan claras como aquella estrella.

Hoy se plantan brazas y cenizas sin calor.


Casi un extraño, si no fuera por mis pasos

que aprendieron tus recovecos

siendo mozo en los brazos de San Pedro

como si mi madre fuera, ofreciendo sus pechos.


Todo recuerdo que florece en vertidas palabras

por inexperto bolígrafo, es de la misma madera

de todos los viejos que formaron tu nombre

con toneles, zunchos y duelas.



TIERRAS BAJAS



Tejida por unas manos diestras 

a la sombra de las viejas casas 

se encuentra una tierra dulzona de esteros, 

parques y parras, de dramas y mitos 

que se esconden allí, en tierras bajas.

Cuenta mi abuelo 

de llaverias y ruidos de labranza 

de rieles y vagones, de algarabía de estadio y teatro.

Hay racimos de madres y gajos traviesos por todas partes.

El cielo es azul como el agua del rio, 

los días amarillos y las noches de calma, haciéndose la dormida.

Los viejos tejen sueños por esa calle de luna.

Dicen que entre doce y una, 

transitan de punta a punta, 

unos hasta San Pedro, 

otros buscan su estrella y la Fortuna.

Tierras bajas es la patria de los que lloran, 

de los que te escriben, 

de los que te cantan, 

de los que te vieron en la Siete de Abril, 

cuando tu calle era agua.

Tierras bajas es poesía de pájaros, 

de arados y pañuelos.

Es canto de colores de adobes espesos, 

de metales y toneles añejos. 

Es un coro de cicutas y voces de galegas. 

De tinajas con olor a frutas del huerto, 

es lamento atesorado 

por los que se han ido al campo santo. 

Es danza de hojas, silbido de vientos. 

Es palabra añorada cuando se llora por ella.

Tengo una pausa en mi cuerpo y 

se llama nostalgia. 

Por esa mi casa, 

en tierras bajas.








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