Nada comparable al nacimiento de un nuevo ser. Ver su desarrollo microscópico, su formación celular, sus órganos y miembros corporales hasta ser reconocido como un bebe. Cierto que la alegría nos invade de muy distintas maneras cuando esas manitas se forman en un abrazo o en un tirón de tu pelo. Mis tres nietos; Sophia, Isidora y Facundo, completan una figura luminosa alrededor de la abuela y los elementos pierden su postura acostumbrada dentro de la casa, y sin embargo, también ellos se resisten a la ausencia de sus cuerpecitos tiernos. De alguna forma extraña hemos lavado sus cabellos con nuestros besos y lágrimas, Su dolor es nuestro dolor y sus alegría la nuestra, como una extensión de nuestros miembros. de nuestros sentimientos, de nuestro amor eterno.
FACUNDO,
MI NIÑO NIÑO
Niño, mi niño
dulce tan dulce
como la miel
de un colmenar.
Tan fácil su sonrisa
tan tierna figura
mecida en el seno
de su madre pura.
Sonríe mi niño
lindo, sonríe ahora
junto a la aurora
para tejer tus sueños.
Como tallo tierno
en brazos
de la abuela
quedas como beso eterno.
Con sus manitas blandas
recoge lágrimas
para guardarlas
entre las canas
de la madre abuela.
Pequeño jilguero
entre paredes blancas
mientras tu cantas
el alma es aguacero.
Niño, mi niño
que mesas el cabellos
de quien te abrazada
como querubín, tan bello.
¡Mira sus ojitos!
Como se beben
nuestras ansias
de loca felicidad.
Piececitos de lana
tejiendo rutas inciertas
descubres un mundo
de risas y palabras llanas.
Aurora de ventanales
son sus ojitos
rayos traviesos
pies y manitos.
¡Madre! Cúbrelo
de besos tiernos
de aromas y hierbas
de lunas y cielos.
¡Padre eterno!
Des como a las alondras
espacio abiertos
la semilla, el sustento.
Duerme frágil
ave de mi paraíso
duerme hasta mañana
a beber el agua pura.
Pequeño beso negado
frescura arbórea
vertiente del acampado
sombra y silueta corpórea.
Abuelo, Isidora Rodriguez y Sophia Valladares |
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