¡Si. Que rabia! Rabia por que todos los vemos y, consciente o inconscientes nos sumamos a sus imprecaciones contra todos, desvalorizando las actitudes de los demás. Rabia, por que son seres que no aportan gran cosa o simplemente nada. sin embargo, despotrican, invalidan, abusan o roban con prepotencia inusitada. Estan en todas partes. Por sus declaraciones se pueden reconocer y no existe la verguenza en ellos, simplemente hacen de su actuar, la inconciencia.
Cuesta mantenerse al margen, por que estan presentes en todos los niveles sociales, desde pre-candidatos presidenciales, sacerdotes, políticos en general, militares, carabineros, médicos y una larga lista de personas que practican una conducta, que se hace notar por lo desagradable que resulta.
Cuesta mantenerse al margen, por que estan presentes en todos los niveles sociales, desde pre-candidatos presidenciales, sacerdotes, políticos en general, militares, carabineros, médicos y una larga lista de personas que practican una conducta, que se hace notar por lo desagradable que resulta.
El cansancio de ir contra la corriente, tiene su precio y asoman los conflictos y desacuerdos. Nos transformamos en minoria y nos apartan del grupo o equipo de trabajo. Despues de un tiempo, sin
aliento ascendí los últimos bastiones de la moral salvando obstáculos
justicieros, estrellado contra los muros pintarrajeados de la sensibilidad.
Enfrentado a los abusos permitidos y a la raza machista, inculta y hueca, que está inmersa en casi todas las esferas sociales, haciendo pancartas para que todo se lo den o aprovecharse de los beneficios del estado, destinados a los más vulnerables.
Las
palabras vienen y van entre los perfumes y los colgantes mientras en sus
puestos se sostienen los degradantes, con sus palabrotas, sus ademanes prepotentes y su cara osca y retadora, desafiante. Oscuros personajes, parásitos laborales
vendedores de las excusas en sus deslices, siguen en sus asientos, tronos
elevados. Sitial alcanzado por el efectos del sembrado de cadaveres aserruchados por sus malas practicas.
Sometidos
al escrutinio de sus miradas las damas son viejas, ricas o calientes y, las
auxiliares, cochinas indeseables. A todas ellas, las poseen con sus vulgaridades silenciosas. Según su entender, todas son adoradoras del falo y se hacen las mosquitas muertas. De su cloaca personal sacan su propia vestimenta.
Señores
autorizados en la crítica culinaria, alta costura y peluquería. Tu calvicie
pone duda a su criterio ilustrado y burlesco. Tu salud, es sinónimo de tacaño o
cagado.
La
muerte no tiene beneficios y te posiciona en un listado que mide la capacidad de
benefactor.
¿Quiénes
son?
Ilusos,
prepotentes, alcahuetes, flojos sin propósitos, aprovechadores de la ley del
menor esfuerzo y del olvido. Apoyado en sus mujeres, trasmiten lastimeras
posiciones de victimas del falso escarnio. Lloran por las escalas arrastrando la
miseria de su actitud. Cara dura. Mal hablado, potros campesinos
disfuncionales. Limitados por su sexualidad enfermiza.
Siento
nostalgia de la inocencia o solo la compostura. Nostalgia de la buena
educación, del respeto, de la mesura. Siento en el aire que respiramos, la
ausencia de la caballerosidad, el gesto reciproco de la amabilidad.
Así
como han existido grandes generaciones; idealista, pensadores, pintores,
literatos, estadistas, políticos, deportistas y millennials. Hoy estamos ante
la generación del aprovechador castizo y mala clase. Llamase así mismo, el care
raja. En otras palabras… los cara de raja.
¡Y los hay en todas partes! Nuestra ciudad está sufriendo una peste, para la cual no hay antídoto, remedio o curación. Nos preocupamos de miles de cosas banales, y los efectos morales se están viendo reflejados en el actuar de las personas a diario. La cuna de los care raja es el transantiago, el Metro, los taxi colectivos y los mecheros de los supermercados. Los primeros, son capaces de agredir a los choferes por un pasaje encarandolos sin razón. Los segundos se aprovechan de la aglomeración para dar rienda suelta a sus instintos sexuales, rozando sus cuerpos, pasando las manos por nalgas o pechos de las damas como excusa de estar apretados. Los otros roban a cara descubierta tanto a los compatriotas como a los turistas. Los mecheros son una lacra social en todo el país. Sin duda alguna, y hay concenso en la opinión de sociologos, psicologos, eclesiasticos, analistas y pensadores, de que estamos frente a una emergente generación. Los cara de raja.
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