LA CREACION
La creación
es la limitación a las voluntades de expresión, siendo ella, la creación, una
profunda inspiración abstracta de los sentimientos que profesa el ser humano
frente a los colores, olores y estímulos que tocan nuestro ser. La creación
máxima, la iluminación divina, el equilibrio en la espacialidad y la
temporalidad de las minúsculas expresiones vivas, se refleja en la naturaleza
provista de mezquindad e idolatría.
Las
expresiones a la voluntad, son el reflejo de nuestra necesidad más íntima como
seres carentes de la perfección. De tales quereres, asoman las artes, los
dramas, la vida naciente y muerte. Así, el dolor y la miseria se transforman en
elementos básicos y necesarios de los humanos. Asociamos estas laceraciones
espirituales con la misma facilidad que aceptamos el horror, la felicidad, la
fe. Nuestra humanidad no está ligada a los mundos que circundan nuestra esfera.
Somos extraños, orgánicos, sentimentalistas, emocionales y descontrolados.
Tenemos una mirada caótica de las relaciones inter específicas, una definición
por la muerte y una relatividad por la vida.
La creación
no es tributaria de los genios o de los talentosos, ellos solo facilitan las
expresiones de nuestras manos, de nuestra mente que escarba entre los recovecos
de la inmunda emocionalidad. También existe riqueza inmensa entre el vulgo, que
con inusual ternura se entrelaza con las bestias del campo, con las aves en su
nidal, con las hojas de los almendros y con las vetas de la madera que le
sonríe desde el monte azulado. La naturaleza del hombre simple, es la máxima
expresión de la creación y del equilibrio que sostiene el universo. No
necesitamos pinceles, tenemos las manos. No necesitamos las telas, tenemos
nuestros hijos que reflejan los sueños en sus inquietudes. No necesitamos
palabras o escritos, está el canto de los plumíferos y las ondas insinuantes de
claras aguas que bajan, destrozándose el cuerpo, hasta la sal de los océanos.
Los sublimes
esfuerzos por detallar y desmenuzar las obras de expresión humana en cualquier
rama de las artes, son simples quejas dolorosas del cuerpo y de la mente. Las
emociones se deslizan por la tela como pasos que nos llevan a encontrarnos a
nosotros mismos. Somos eso, lo que está representado como sonido, como letras,
como imágenes. Eso somos. La expresión máxima del Verbo divino. Ninguna
creación bajo los cielos, que comparta el espacio de la estrellas, es privativa
de la condición humana. Todas sin excepción, por máximas que estas sean, son
los atributos con los cuales nos enviaron a la tierra. Atributos generados por
la magnificencia del creador, para nuestro regocijo, para engrandecer y dar
loas, para recordarnos por siempre y en todas partes, que somos hijos del
creador omnipotente.
Entonces
¿Qué nos hace tan diferentes a la belleza?
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