LAS MIESES
Con frecuencia nos referimos a los legados de generaciones
antes y posteriores sin considerar, el cuanto de nosotros aportamos a los
beneficios o perjuicios a tales generaciones o a tales legados. En épocas
anteriores las costumbres se trasmitían de generación en generación, por
siglos, por milenios. De una o de otra manera se construyeron grandes
civilizaciones que todavía veneramos y vamos descubriendo en su conocimiento,
virtudes, aciertos y con ello cimentamos una idea local.
Es decir, creamos patrones de conducta o comportamiento
general. Muchos conceptos hoy, manejados en pro de la buena salud, cuidado de
la naturaleza, desarrollo técnico, aprovechamiento de los recursos naturales,
no son tan desconocidos para las diversas metrópolis antiguas. Algunos dirán y
con grandes razones que al final, estas civilizaciones sucumbieron por su
propia negligencia afianzados a sus costumbres, tradiciones religiosas, métodos
o políticas de administración. Y que el hombre, paulatinamente y
sostenidamente, ha ido progresando en ámbitos desconocidos para muchos.
Detallar avances, seria innecesario, pero sí podemos considerar la materialidad
de las cosas y la práctica de tales cosas. Sería indigno mencionar un paralelo
cultural o educacional. Lo que sí se puede establecer es la naturalidad de los
acontecimientos debido a la intervención del hombre, la precipitación de
ciertas catástrofes, los ciclos de reproducción y renovación de los elementos.
La cantidad de recursos desperdiciados en pos de la elaboración de otros. Allí
no hay cuestionamientos.
Las grandes civilizaciones se desarrollaron, se
establecieron y perduraron por su capacidad de aprovechar de la mejor forma
posible, los recursos naturales; agua fluvial y aguas pluviales. Maderas,
semillas, cortezas, fibras vegetales, productos de orígenes animales muy
variados y elaborados para sus usos cotidianos, tanto domésticos como de
actividades generales. La medicina y la ciencia, la religión y lo profano
tenían una gran dimensión y todos se regían por las políticas administrativas.

Existen legados en todos los ámbitos. Sin embargo, nuestras
generaciones jóvenes están recogiendo las mieses de nuestro legado. Nuestra
conducta desinhibida, sin compromiso social, nuestro lenguaje descuidado,
nuestra postura con la vida, con el ambiente, con los recursos, con el espacio,
con nuestros hijos y por sobre todo, nuestra fría relación con la familia ha
afectado la toma de razón de nuestras generaciones. Su actuar frente a lo
cotidiano está lejos de nuestro entendimiento o por lo menos reñido con nuestros
patrones conductuales. Lejos están los gestos amables, las palabras cordiales,
el coger los papeles y ponerlos en sus tachos correspondientes. Dar los
asientos a los ancianos, proteger al desvalido, cuidar el prójimo, velar por
nuestro entorno, etc.

Los adultos no nos damos cuenta de lo que hemos sembrado y
lo que nuestros hijos están cosechando. Recogiendo las mieses. No es un llamado
a la conciencia. No es un aviso a la cordura. No es un grito desesperado.
Simplemente es una visión desde la altura de mi edad. Los ancianos y los
menores de edad, no asimilamos esta conducta de los jóvenes con la rapidez
necesaria para dar una respuesta adecuada a sus requerimientos. No hay cánones
similares entre una y otra generación, simplemente no hay hilos de entendimiento
entre uno y otro. Alguien camina a la deriva en este mundo tan exigente; tal
vez los menores por la influencia de las redes sociales y actitud
responsable de los padres de cumplir con
su trabajo personal. Probablemente los jóvenes que demandan sus propias
prebendas sociales, su libertad de actuar, su música desenfrenada, su falta de
temor a la muerte, su lenguaje y actitud frente a los demás, su visión social,
su falta de identificación familiar. Los viejos que viven su abandono y que
deambulan entre la incomprensión de los jóvenes y la asistencia de las
entidades responsables. La vida parece próspera. Pero no es una verdad
absoluta. Muchos sufrimos por la desvergüenza de la forma en que se muestran
las relaciones entre parejas. La intimidad es cosa del pasado, cosa de viejos.
El amor es solo una carrera, una competencia, un absurdo, un sentimentalismo
barato, que no se da en las nuevas generaciones. ¿Cuál sería la solución? ………
Corregir. Siempre corregir. En todo lugar corregir. A cada minuto corregir. En
todas las situaciones corregir. Corregir, corregir, siempre corregir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario