EL CONTROL DE NUESTRA VIDA
En cuanto a la existencia de una
Persona denominada Dios, debemos tener respeto por todas las concepciones
derivadas de las razones que podamos brindar, ya sea un beneficio, una gracia,
un restablecer de la salud, etc. Por otro lado están los desgraciados que
sufren la tragedia familiar, personal o simplemente encuentran el horror en el
lugar que ellos se encuentran. Ellos reniegan de su existencia o al menos en
esas circunstancias, para ellos no estuvo presente o no encuentran una
explicación en su ausencia o al no escuchar sus lamentosos ruegos. Otro, filósofo,
pensador, simplemente lo mato.
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Hay fieles a lo divino y también files
a los juicios del hombre. En esta vida se participa de los sucesos dramáticos
que son parte natural de la reinvención diaria y amamos estos acontecimientos
que nos acercan al placer y al heroísmo y, en todo esto no hay involucradas
fuerzas divinas ni personajes celestiales que sufran o se emocionen o mueran
con nosotros. Por mi parte, no veo la participación de Dios en las conductas
humanas ni tampoco en las duras manifestaciones de la tierra. No vemos su presencia
en aquello que nos afecta a diario ni en el transcurso de nuestra historia.
Existe una fuerza incontrolable que se
manifiesta en el placer de vivir y esa misma fuerza nos abandona al instante de
morir.
Negamos esta posibilidad con la fuerza
o influencias cientifistas, pero solo así vemos una parte de una verdad y nos
olvidamos de un todo, de una naturaleza conjunta.
La vida es arte, es una expresión de
belleza, una manifestación conjunta de placer y drama y, será vital aquello que
reafirme la vida, su creatividad con lo bueno y lo malo. Lo que busque la
estabilidad, que niegue o se evada de la parte oscura de la realidad, será
decadente.
La preferencia por las cosas dudosas y
terribles es un síntoma de fuerza, mientras que el gusto por lo bonito y lo
gracioso le pertenece a los débiles y delicados. El placer por la tragedia
caracteriza los tiempos y los caracteres fuertes. Son los espíritus heroicos
los que se aprueban a sí mismo en la crueldad trágica. Son suficientemente
duros como para sentir el sufrimiento como placer.
Definitivamente no es un mundo hecho.
Si no un mundo que está hirviendo y haciéndose todo el tiempo de nuevo. En este
devenir, no hay un sello de ser perfecto, todo poderoso. Hay un concepto de que
el mundo no está hecho del todo, ni siquiera el hombre. La vida que comienza es
la misma vida que está destinada a morir. La que puede tener poder de
influencia en un cierto momento, es también la que se apaga, es derrotada y
desaparece.
Detrás de esta vida consciente y
civilizada hay un abismo de fuerzas que nos gobiernan. La vida siempre se está
afirmando en cada uno de sus ejemplares, en cada una de sus formas.
El científico habla de un aspecto de
las cosas y que por encontrar una verdad nueva, se olvida del todo. Si
admiramos la verdad científica, estamos matando en nosotros toda esa parte
instintiva, vital, entusiasmada, embriagadora y la obligamos a subordinarla.
La vida es la suma de las fuerzas que gobiernan la naturaleza. La conjunción de la expresión de belleza y arte. El constante fluir de energía emanada de todas las formas y expresiones que nos gobiernan. La vida es esto, un constante devenir, transformación y transmutación de esas fuerzas que bullen en nuestro espacio.
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