

La Sociedad de saber, puso en debate la siguiente interrogante. En virtud de esta propuesta, me atreví a dar la siguiente respuesta.
RESPUESTA:
Chile está en una de sus mejores etapas, tanto en lo económico como en su estabilidad política. También es cierto que en materia de desarrollo tecnológico, también somos un país vanguardista. Sin embargo, nuestro mayor problema no está en estas ni en otras cuestiones de carácter empresariales u organizativas. ¿Por qué destacamos a grandes emprendedores chilenos en otros países? Habría que preguntarse, por que estas personas no realizan las mismas gestiones en Chile. Básicamente, por que somos burócratas. Tenemos una educación en el papeleo y los trámites con infinidad de tiempo perdido. Nuestra cultura es mediocre y como fuerza laboral, también. Hay estadísticas de una infinidad de horas trabajo perdidas, solo por la hora de cafecito y las reuniones de asesores y otras cosas. Además, somos mal llamados “maestros chasquillas”, por que esta categoria de personas realiza trabajos domésticos y muy básicos. En Chile no tenemos trabajadores calificados y no reconocemos los méritos de aquellos emprendedores que se destacan en un determinado número de trabajadores. Su valer, está asegurado por palabras y golpecitos en el hombro. No por un reconocimiento monetario que le permita mejorar y destacarse ante los demás por una actividad bien realizada.
Chile, no es un país donde se creen nuevas empresas. Solo pymes. Es decir, pequeños grupos económicos que no sean capaces de menoscabar los grandes intererses ya establecidos. Estas añejas empresas, salvo contadas excepciones, se renuevan en cuanto a tecnologías y productividad. Tal vez por que, invertir en las personas no es rentable a corto plazo o tal vez en lo mezquino de su pensamiento, prepara un profesional que optará con esos conocimientos a otra empresa con mejores condiciones.
La tecnología nos priva de mano de obra real, pero por otra parte nos exige estar permanentemente al día con los nuevos desarrollos en esta materia. No somos un país que cultive la meritología. No se hace carrera en el tiempo, la experiencia vale menos que un cartón de técnico recién egresado. Concuerdo con que la productividad, no va de la mano con la capacidad tecnológica que posea una empresa, si no más bien con la educación, con la evidencia de afectividad por lo que se hace y tiene. Por los climas de agrado y las relaciones entre los distintos estamentos, por el respeto de las capacidades y la lealtad profesional. Chile necesita urgentemente invertir en un proyecto masivo de educación laboral, como asi mismo en una conciencia laboral que se manifieste en productividad y progreso general. Chile es un país que hereda profesiones, no que cree nuevas profesiones. La tecnología y su vertiginoso desarrollo nos hará a corto plazo, si no despertamos pronto, los nuevos tecnoanalfabetos de esta sociedad globalizada.
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