miércoles, 20 de enero de 2010

OJOS DE AGUA CLARA Y DULCE




Laguna Torca es un santuario de la naturaleza y Reserva Nacional desde 1985. Se constituye como uno de los ambientes húmedos más importantes de la zona central ya que es poseedora de una importante avifauna que no se encuentra en otros lugares de la zona central. Allí se puede disfrutar de la vista de cuervos de pantano y el cisne coscoroba, el cisne de cuello negro y el águila pescadora, el quique, la garza cuca y la gaviota garuma. Es una hermosa zona y muy visitada por los turísta y veraneantes pues es parte de los humedales del Lago Vichuquen. Una pequeña parte de mi historia está es esta zona; por su gente cálida, por generosa tierra y por el valor a la vida que allí aprendí.

En recuerdo a esas tierras amarillas, escribí estos versos.

TORCA, MI BELLA TORCA


Un ojo inmenso desde la cima divisé
perdiendo su falda entre batros y totoras,
entre las taguas y los cisnes de la aurora.
Quebrando los peces tu pupila
jugueteaban con los insectos tempraneros,
me detengo para saludarte
con un gesto al viento.
Herida entre terraplenes
viajas a morír cerca de los maitenes,
arrastrando tu serpentear de aguas
hasta las sombras risueñas de tus
hermosos pinares.

Sorprendidas las zarzamoras
cambian los colores
entre los atardeceres
y la costumbre de los terrenos ocres.
Los cerros te revecerencian
con sus clamores de bestias apacibles
que visitan entre rumiar de hierbas
tus aguas salobres.
Entre pedestales de cipresces milenarios
me sumí en las cavilaciones
propias de un enamorado
de tus residentes tan variados.
Quilas, litres,
molles, cardos y sembrados
dan un paisaje incomparable,
soñado.

Torca.
En tí vacié mis mejores tiempos.
Desprendí de los duros viejos,
cariños sanos a los cuales me acostumbré.
También fue el tiempo
de acoger el sufrir por el vuelo tierno
del gorrioncillo que abandono su matriz.
Torca te confundí
con un mar de lágrimas
y por eso me aferré a tí.
Vuelvo con el paso cansado
a beber de tus almendros,
a cobijarme en los lanares
que salen a mi encuentro,
en los perros
que saltan de sus aposentos.
Se encienden los fogones
con leños pacientes,
que derraman sus colores en flamas
que se pierden en el firmamento.

Desterrado por años entre
los distintos paisajes de mi encierro,
solo para compararte;
la serenidad y la paz
solo pueden igualarte.
Siempre deslumbrante
ante la despedida y la muerte
no tiembla tu semblante.
Serena torca,
te comunicas entre aires
y los quehaceres de Elena,
la que fuera entre los delirios
y su experiencia,
como tu madre.
Conocida desde siempre
te cobijas entre sus pechos mustios
como a mi,
en cada uno de tus atardeceres.
Torca, mi bella Torca
no te desesperes.

Mi llanto de cerros
se desprende por las quebradas
entre las colihues
para quedar confundido
en las cristalinas aguas
de tus rincones.
Reverencias
entre los aromos de la costa
te saludan por la gracia de tus telares,
por los pequeñisimos soles que se
cuelgan de sus ramales.
¡Hay!
De las hualas y su reclamo irreverente,
de tus alas parduscas,
de tus gambuzas
cuando se quedan en los gredales
lejanas de tus turgentes aguas.
Torca, mi bella Torca.
No te acerques
por los arenales.

Dejarás caer la luna
en tu manto celeste
para leer la huella del coipo viajero.
Me sumiré en tus brazos
como huerfano de cariño
y he de limpiar mi piel citadina
acostumbrada a las auroras pálidas,
para confundirme
con tu sombra
más allá de los sauces
avergonzados de soledad.
Cansado de sostener el cielo estrellado
derivo a las tejas rojas de Elena,
donde en plato hermoso
te espera un conejo
como resultado de la caza y su aderezo.
Torca, mi bella Torca
¿Cuales son tus secretos?

Regreso por los caminos
donde encontré los eucaliptos,
les saludo su piel brillante
y su estar enhiesto.
Son los mejores compañeros
para enjugar tus inquietudes
pues no las tiran al suelo
una vez que te has repuesto.
Son leales,
se quedan a la vera del camino
resueltos como los oficiales.
Sacudo mis ramas
desprendiendo tus imágenes
para dejarlas cercanas
a los que regresan de vez en cuando
a internarse en los batrales
y compartir una charla un poco sutil
con los siete colores
que te escuchan desde los mastiles
de los totorales.
Torca, mi bella Torca.
Eres como los umbrales.


Mañana resolveré mis líneas
para encontrarme de nuevo
entre el asfalto,
entre los cristales.
Beberé otras noches
llenas de poco encanto,
de sirenas
y luces locas.
Entorpeceré mi alma
de saludos matinales
de las idrieras y los ventanales.
Mis pasos serán la línea recta
de la discordia y los desaires.
Los amores falsos
marchitarán la sonrisa
que me entregaste
entre tus acordes
de mares y aserraderos
de cinta y espirales.
Otros perros mostrarán sus dientes
y su pelaje mal oliente,
me encaminarán sin oriente,
hasta perderme en otras latitudes.
Torca, mi bella Torca
¿Qué será de tus virtudes?

Laguna Torca
de la costa desmembrada,
la de aguas compartidas,
la de aguas sin memoria,
la que en el vuelos de sus cisnes
relata toda su historia.
Laguna Torca
sin tus aguas me marchito
como las moras de tus riveras,
como los boldos perfumados
cuando les llega su hora..
Torca, mi bella Torca
¿Cómo estas ahora?

Te extraño
como los almendros y sus vainas,
como los caminos polvorientos
o las huellas tutelares.
Te extraño
como a los besos toscos de tus personajes.
Te extraño como a los huairavo
y su transitar por los humedales
de tus costados.
Torca,
te pierdes entre la bruma de las mañanas
para aparecer de nuevo
entre los totorales.
Te expresas en tranquilas aguas
con tu lenguaje de experiencia retratada.
Herida en tus rincones
y aferrada a los terraplenes
te miré cada vez que pude
con lágrimas en los ojos.
Torca, mi bella Torca
¿Cómo puedo olvidarte?

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