ALAS ROTAS O ESPÍRITUS ROTOS
ALAS ROTAS
Mirar las aves como planean al viento
es algo maravilloso que hacer, yo no puedo
Dejarse llevar con el tibio viento
es algo que no puedo hacer
y de verdad, lo siento.
Ver como las plumas direccionan el cuerpo
y sentir como se aprieta el pecho
ante la rauda caída, es algo que yo no puedo.
Soy un ave herida.
Un guijarro dio en mis alas
y perdí el equilibrio
ante los ojos maravillados
de un chiquillo.
Con las alas rotas
busqué el acantilado
y observé las gaviotas
planear el mar, ya calmado.
Creí morir desplumado
en las manos del mozuelo.
Cubrió mis alas de gasa y cuidados
al tiempo tengo reparadas
mis alas rotas.
Mirar las aves que vuelan a mi lado
es comparable a la sonrisa del chiquillo
que mira su ave como levanta el vuelo.
¡Hijo, que miras con tanto delirio!
¡Las gaviotas, majestuosas en su vuelo!
¡Esa! Tenía las alas rotas
ahora es mi gaviota.
Ella vuela igual que las otras.
A LAS ROTAS
Han pasado los años y la familia se distancia
entre calles largas y desconocidas.
Los viejos en sus tumbas provincianas
se asolean en verano
y ahogan sus gritos bajo la lluvia de invierno.
Cada uno de sus miembros,
damiselas y varones,
buscaron sus amores entre obreros y uniformes.
Entre vagos y otros nombres.
Cada parte de la familia desmembró la dinastía,
lo que cada uno obtuvo lo que fuera
de la familia Muñoz Contreras.
Por mi parte y desvalido,
las emplume por mi cuenta
ingresando a la docencia,
como herencia de los mayores.
Tuve suerte en lo que fuera.
En amores y tonteras.
La mujer más entera
retuvo la pasión errante
de albergarme entre mares y cordilleras.
Entre pausas, entre besos y los te quiero,
nacieron las ansias de emprender el vuelo.
Acostumbrado a la pobreza,
me fortaleció el alma y cuerpo
conocer su hermana la tristeza.
Trabajar no lo es todo,
más bien no significa nada,
si tus hijos vuelan
sin siquiera haber nacido.
Confundido con las aves del paraíso,
se que nos reconoce,
por que tenemos el mismo plumaje.
Camuflado en las arenas de Llico,
sostengo las manos en los bolsillos
sin entender por que nos dejaste de improviso.
Vuelo más lejos de lo que quisiera
y me adentro con poca experiencia
al mundo resistido del canibalismo
y la incompetencia.
Dibujo la familia con hilos de totora,
con lanas de ovejas,
regalo de la nena y de la mamá Elena.
Bajo las estrellas de mi cordillera,
vuelvo a la familia,
mi terruño tejido de parras
a beber el rojo vino de los recuerdos,
acumulados en los patios de la iglesia
y los rieles con sus durmientes.
Volamos tan alto,
casi a tocar el cielo
y encontramos las nietas y sus lloriqueos,
pero nada que vuela tan alto
se puede olvidar del suelo.
Golpeados por las piedras del destino,
casi perdimos el camino
de la dicha y la felicidad,
más Dios considerado,
obró por tanto ruego,
imprimió de nuevo energía a las alas rotas
de la siempre compañera,
buena amiga,
mejor esposa María Eugenia.
Han pasado los años
y ha crecido otra familia
que extendida por allí y por allá
ayudó a sostener el cuerpo de alas rotas.
¡Dime si no es hermoso empezar de nuevo!
Aprender a volar y agradecer al cielo,
pues todas las aves esparcen en su vuelo,
la gracia divina
buscando un lugar más cubierto,
más seguro donde instalar su nido.
Empezar de nuevo,
agradecido.
Muchas cosas han cambiado,
el trabajo,
los amigos y,
los caminos son más expeditos.
Han pasado los años
y estos mismos sucesos,
gracias al cielo y sus cosas,
repararon mis alas rotas.