martes, 14 de mayo de 2013






 





  LAS CONSECUENCIAS DE LA FELICIDAD

La felicidad es un estado de ánimo que se produce en la persona cuando cree haber alcanzado una meta deseada. Tal estado propicia paz interior, un enfoque del medio positivo, al mismo tiempo que estimula a conquistar nuevas metas. Es definida como una condición interna de satisfacción y alegría.




        La mayoría de las personas mide el progreso de su país por los standares económicos. Es decir, por las capacidades de consumo de los diversos rubros en ofertas  y de los ingresos percapitas de cada unos de los individuos. Obviamente, también influye el progreso país; carreteras, fuentes de trabajo, ampliación del mapa urbano, acceso a la educación y la medicina, transporte, etc. Las personas miden estas situaciones y declaran ser felices. De hecho, una de las encuestas, las que tanto gustan al gobierno, se llevó a cabo algunos meses atrás para saber cuan feliz eramos los chilenos. La felicidad aparentemente es sinónimo de conformidad y resignación. Pues a sabiendas de todos los conflictos que se producen en el país, la mayoría de estos problemas, son manifestaciones por que no estamos contentos con las termoeléctricas, con la hidroaysen, la salud, las isapres, las universidades, la educación municipalizada, sueldos, discriminación sexual y étnica, las administradoras de fondos de pensiones, alzas de los alimentos, los combustibles, ¡uf!, y suma y sigue. A pesar de estos acontecimientos que han movilizado a todo un país, la encuesta reveló, que somos un país....feliz. Dos situaciones llaman mi atención; las ventas del comercio en la época de navidad y el bono millonario de los mineros.(en estos meses recibirán un bono de 23 millones )
               Hay un país que mide su ingreso percapita por el grado de felicidad que tiene y por la cual realiza sus actividades en pos del bien social, relaciones humanas y ambiente. Buthan.
                 Más allá de las comparaciones que siempre son odiosas, puede servir como referentes para adoptar conductas similares en pos de un bien común. A pocos les importa la felicidad en si misma como máxima expresión del bienestar. A nosotros nos bastan pocos y cercanos objetivos, como también  algunos enseres y comodidades. Sin tener todo y sin tener lo mejor, nos conformamos con tener tranquilidad y trabajo para darle bienestar a los demás. Hoy estamos saturados de las conjeturas con respecto a una fecha determinada por los oráculos Mayas y muchas otras afirmaciones en todo el mundo. Más allá de ser cierto o no, no nos llama mayormente la atención, por que si vamos a sufrir un cataclismo derivado de las tormentas solares o pronósticos climáticos u otro acontecer con más o menos luz, da lo mismo estar o no preparado, sucederá si Dios lo quiere. Nosotros los terrícolas, seguiremos detrás de las vidrieras, las ofertas, las liquidaciones y trataremos de reventar con cuanta cosa sea no nuestro escuálido presupuesto. Estas pequeñas cosas nos dan felicidad por unas cuantas horas. Después de los brindis, los abrazos y las buenas venturanzas para cada familiar o amistad cercana, quedamos sumidos en la nada. Por ante cualquier mal, tenemos premisas consabidas; «hay que darse un gusto, total después de esta vida no hay otra.»
Situación absolutamente irresponsable y muy reñida con la actualidad. Somos una sociedad consumista al punto de ser considerada como una sociedad predadora, incapaz de conjugar equilibrio con mesura y esto nos mantiene con índices muy contrarios a la real felicidad. Los sacrificios que realizamos los padres para darles un «momento de felicidad» se traduce en una larga cofradía de solicitudes, esperanza de bonificaciones, trabajos extras y reducción presupuestaria familiar. Nada es comparable y es impagable la sonrisa de los niños con sus nuevas adquisiciones. Los padres damos todo por ellos, pero no construimos cimientos sólidos en busca de la felicidad. Buthan, un país pequeño nos puede dar un gran ejemplo a seguir. Utopía. Si. Pero ¿Quién no quiere ser feliz de verdad? la felicidad se busca, se consigue, se trabaja por ella y no se recibe en términos materiales, si que no en paz interior, en libertad de espíritu.

En este proceso de modernización, el rey Jigme Singye Wangchuk creó el concepto de Felicidad Interior Bruta (FIB), como mejor indicador para saber la situación de sus habitantes. Este concepto mide el bienestar psicológico de los ciudadanos basándose en el acceso de los ciudadanos a la asistencia sanitaria, la conservación de los recursos naturales del país o el tiempo que emplean con su familia.
Aunque parezca algo pintoresco comparado con los índices económicos que se manejan en el resto del mundo, para los buthaneses es algo muy serio y concuerda con la cultura y tradiciones que ningún bhutanes desea perder en su proceso de modernización.

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