La crisis moral de la república.
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Luis Muñoz C.
http://lontueypoetas.blogspot.cl/
Tan grave son los acontecimientos actuales en nuestra pseudo
debilitada democracia, que algunos temen el descrédito internacional, la pérdida
de la confianza para las futuras inversiones económicas en nuestro país.
También, se teme una involución, subterránea, pero latente bajo las piedras de
un llamado proceso de consolidación de la República. Pues, por efecto o por
defecto, quienes han ostentado el cargo de presidente, están siendo
cuestionados, descalificados y de alguna manera sentada en el banquillo de la
crítica de quienes los eligieron. Es
decir nosotros.
Por lo que invito a revisar el pasado, criticar el presente,
imaginar el futuro. Un ejercicio sano, socializante, colaborativo,
participativo y lleno de compromiso.
No es mi intención entrar en la enumeración exhaustiva de
los males referidos, los que van desde el aumento de la criminalidad; los
problemas de educación; la falta de relevo de los grandes hombres de las
letras, de científicos y de profesionales; escasez de espíritu de empresas,
entre otros. Cuando se intenta identificar las causas de dicha situación, uno se pregunta ¿se trata de
la raza, del funcionamiento de las instituciones o de la economía? El remedio,
finalmente es un llamado a la fuerza social, lo que finalmente queremos, es que
se convierta en una voluntad política.
Desde lejos solo se pueden apreciar los fenómenos que se
desdibujan o definitivamente no se aprecian o no se quieren ver desde las
alturas del poder. En el caso de Chile, estas transformaciones parecían
impacientes y apresuradas. La evolución parece ser hecha a marcha forzada, en
el sentido del apresuramiento que tiene la buena fragua cuando debe rendir servicio
inmediato. Si bien es cierto que la dictadura de Pinochet, rompió los marcos
democráticos establecidos hasta ese entonces, hoy las excusas rebasan la
credibilidad y los antagonistas son tan nefastos en su proceder, como lo fueron
en el periodo de dictadura, impidiendo el progreso por disputas de palabras, no
de contenidos. Así se debilita cualquier avance social, destinado al progreso
comunitario.
La palabra progreso insiste en formar parte de las
preocupaciones de Chile sin ser sometido a interrogación alguna. Puede leerse “progreso”
en escritos de diversa procedencia. Se pueden escuchar voces
multitudinarias que nombran, reiteran y repiten la palabra “progreso” sin entenderla
del todo. Sin embargo, tan abundante reiteración anuncia su desgaste y
desajuste con la temporalidad de la mundialización.
La crítica es extensa. Primero la expone en términos de una
crisis moral ocasionada por el uso de las arcas fiscales en beneficio de
quienes manejan en la actualidad el poder político, económico y militar,
describiendo la decadencia y la corrupción a nivel de los partidos, la
industria, la administración, el retrato de los diferentes niveles de la
instrucción escolar y las desastrosas condiciones de la masa laborante.
Los intelectuales de este periodo construyen su análisis y
diagnóstico sobre la base de un cuerpo dado,
un cuerpo que, enfermo, aparece
enfermo expuesto o sobre expuesto ante la mirada de un testigo que retrata la
morbidez de sus emanaciones y los desajuntes que se dan a ver ante quien sabe
leerlos.
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