jueves, 26 de octubre de 2017

LAS FACULTADES DEL HOMBRE PACIENTE






Una de las formas de aceptar a los demás es la paciencia. Saber escucharlos y aceptar sus propuestas aún, a sabiendas que no realizaras nada de lo que son sus demandas. Por razonables o estúpidas que sean. Es una verdadera virtud hacer cree al otro que estas de su lado, sin estarlo. Ello, facilitará su afán de esfuerzo permanente y lo engrandecerá sin negarse a sí mismo.







Tal vez no nos demos cuenta que el silencio es una herramienta de convencimiento más efectiva que una afirmación, por muy sincera que se presente. El silencio, extiende las explicaciones del demandante, hasta convencerse a sí mismo, que tal vez hay una equivocación en sus dichos.
Es un talento no decir nada cuando no hay nada que decir. El silencio es como la mirada del niño inocente, que sin emitir sonido, lo dice todo.








Sin darnos cuenta, solo tres aspectos de la vida nos mantienen felices. El saber que tus hijos o en la amplitud, la familia, no padezcan inquietudes  de salud. Luego, la dedicación al trabajo a pesar de renegar en su contra. Y, aunque parezca en un tono poco sutil, que tu mujer te mantenga la sonrisa cada mañana. Todos ellos son parte de tu complemento, espiritual y corporal.







Dar. El hombre siempre esta dando, regalando, prestando a pérdida parte de sus bienes, por muy pequeños que sean sus objetos o pertenencias. Dar, es una cualidad inherente. La forma o fondo de esta acción, poco importa. A veces, el otorgar se transforma en la mayor de las felicidades que tienen aquellos, pocos o muchos, que reciben con verdadera satisfacción las dádivas que entrega el corazón. Nos dieron la vida. Podemos dar, un poco menos que eso y será suficiente







Tener espacio para pensar. Espacio para expandir nuestra corporalidad al infinito. Espacio para conectarse con la espiritualidad. Espacio para ensanchar el corazón y lamentar la ausencia de quienes son parte de ti. Espacio para reconocer que estas presente en otros seres, que debes amar y sentir. Espacio para saberte niño, joven, adulto y viejo. Espacio para extender la mirada al cielo y dar gracias. Espacio para dejar escapar aquellos pesares que nos retienen en la individualidad.

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