Caía la tarde como cansada
de estar colgada
y sin poder abrazar el
agua.
Se expandió como una
mancha oscura
por sobre las superficies
que la esperaban.
Las rocas, las casas,
la plaza y su avenida
y el muelle.
Perforada por las estrellas
y las farolas,
la noche quedó sola
admirando el muelle
como lo acariciaban las
olas.
Hundiendo su cuerpo terco
en la oscura silueta,
el muelle se hizo eterno
camuflado de tristeza.
El agua le preguntaba por
su presencia
y el cormorán le saluda
desde el aire.
La luna le sonríe
desde su cuarto creciente
y lo invita a dormir
mientras busca el
horizonte de más allá.
¡tal vez quisieras
quedarte a mi lado!
Le dijo la luna.
Como se quedan los botes
con sus redes
y sus voces alegres de la
mañana.
¡No puedo!
Debo despertar al sol
o se queda en su cuna.
Te iras por el camino de
agua
para dejarme tu olvido
y en mis húmedas costillas
los ruegos de los mudos
habitantes marinos.
La luna se compadeció del
muelle,
como lo hizo con otros,
en la laguna, en otras
costas.
También con el muelle
carcomido
de mi caleta Llico,
y se prometió volver con
la marea,
con la lluvia como si
fueran uno,
mecidos por la nostalgia
nocturna.
El muelle suspiraba
la partida de la luna.
No
supe que lloraba
y
ella siendo de agua
no vi
lágrimas en su cara de sirena.
Mientras
la arena aprieta su cuerpo
ante
la presencia del alga,
me
dije, es un sueño,
un
reflejo del agua.
¡No
existen las sirenas!
Solo
siluetas en el agua
y una
noche de luna sola,
la
mar murmura mi nombre
y
entre las rocas frías
escribí
su nombre, sirena mía.
Olvide
la mitología
y la
línea imaginaria del horizonte.
Como
errante argonauta
navego
entre aguas saladas
buscando
lo imaginario.
Mil
años estuve ausente,
otros
mil en naufragios y tormentas
y el
amor a las sirenas
me
trajo a tu puerto
como
un mensaje de botella.
He de
encontrarte sirena mía
en
cualquiera de los siete mares
para
consolarte las noches enteras
con
cuentos imaginarios
a la
luz de las estrellas.
Seré
luna para retratarte la silueta,
seré
oleaje para suavizar tu cabellera de algas,
seré
briza marinera embriagada de tu llanto.
Seré
humedad,
que
oculta tus extremidades plateadas
de un
millar escamas doradas.
Seré un esclavo al mástil de tus sueños.
Seré
un marinero con un barco de papel
y su
ancla enterrada en el monte más alto de la tierra.
Seré
de la distancia el dolor más profundo
y
nuestro tiempo,
el
más real de nuestro cuento.
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