Pocas cosas se necesitan para volar. Tal vez, las aves un plumaje adecuado, huesos mas livianos y sus maravillosas alas. Otros en cambio, carecemos de todo eso, pero igual volamos, para eso necesitamos soñar. Transportar el inconsciente y dejarnos llevar a un mundo desconocido, pero que nos acoge. Que nos llena de luces y espacios de enorme hermosura. ¿Será lo que de verdad queremos? Sin embargo, los sueños, por alguna razón que desconozco, se terminan a abruptamente y no vuelven como una continuidad o como un deseo personal. Simplemente se sueña. O en este escrito, se vuela.
He visto en los muros, en carteles, en los vidrios para brisas de los autos el rótulo de "vuela alto" y me he quedado pensando en la posible verdad de este mensaje. De alguna forma que no sabemos, es posible que estemos volando y no nos demos cuenta de ello. Es probable que poseamos una dualidad física terrenal y otra parte intangible, incorpórea, que se mueva a la par y, que no percibimos, que sea como la sombra y que actúa por si misma. Que en momentos determinados adopte la forma de otros cuerpos o que simplemente se transformen en una estrella, o en esa energía abismante que se escapa, de los rayos del cielo, de los truenos, de la fuerza del agua, de los volcanes que pueblan el planeta. Y que está siempre presente, en todas las cosas, en todas las personas, en todos los seres vivos, minúsculos, gigantescos, monstruosos o sutiles.
En el cúmulo de mis años, he visto como la llama de la hoguera se va extinguiendo. Como los árboles se doblegan al paso del tiempo. Como las estrellas entregan su luz al acercarse a nuestra atmósfera. Como el origen de mi existencia hizo polvo y palabra. Como el amor se doblega a la falta de aire y oxígeno. Como la sonrisa cae abatida por los dolores y las enfermedades. Como el cuerpo se te arrebata por oscuras situaciones. Como nos abandona esa energía que mueve tus piernas, esa luz que albergabas en tus ojos, el aurea que rodeaba tu cuerpo, ese saber que estabas presente, aunque no te viéramos.
Vuela alto me repito a cada momento, para entender que no solo somos un pasar, que fuimos un tiempo. Quisiera creer, con todas mis fuerzas que después de dejar el cuerpo, aún se puede volar más alto, para atisbar desde lo alto que dejamos construido o, a lo que nos falto impregnarle energía. Más que nada, quisiera que esto fuera cierto, por mis amigos, parientes y hermanos, estuvieran siempre lo mas alto en el cielo, para contemplarlos soñando que son, la luz de las estrellas.
TORNERO DE FAMILIA
recordé aquellos viejos de menguada estatura
y de la mano blanca que cobijó el alma mía en la suya pura.
Sin muchos saludos
Trocamos los apellidos para llamarnos a nosotros mismos, familia.
nos metimos en cada vena un amor sin nombre.
Siempre un paso calmo como leyendo cada piedra,
modeló el rubio metal y la madera con paciencia secular.
No hay comentarios:
Publicar un comentario